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Se gana otra batalla, más no la guerra (todavía)

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Por: Maribel Hastings
Washington DC.-

Con un sólido voto bipartidista de 68 sobre 32, y con el apoyo de todo el caucus demócrata y de 14 republicanos, el Senado federal aprobó hoy un proyecto de reforma migratoria amplia que es histórico tanto por razones positivas como negativas.

Lo positivo: mantuvo la integridad de una larga y complicada vía a la legalización y eventual ciudadanía de millones de indocumentados que llenen los requisitos estipulados. A pesar del sinuoso camino a la residencia permanente y a la ciudadanía, los inmigrantes obtendrán permisos de trabajo, además de que podrán viajar y vivir sin la amenaza de la deportación a la vuelta de la esquina.

La medida, asimismo, mejora significativamente aspectos del sistema migratorio. La vía de 13 años a la ciudadanía será más acelerada para ciertos grupos, como DREAMers y trabajadores agrícolas. Ambos grupos podrán solicitar la residencia permanente al cabo de cinco años: los primeros si tienen título universitario o sirven en las Fuerzas Armadas, y los segundos si continúan trabajando en la agricultura.

No hay un tope de edad para los DREAMers al momento de iniciar su vía a la ciudadanía, y sus multas se reducen. Más aún, el proyecto mejora aspectos de la reunificación familiar al permitir, por ejemplo, que quienes están aguardando su turno por una visa familiar o de trabajo puedan inmigrar dentro de un lapso de ocho años y no aguardar décadas lejos de sus familiares. Y los hijos y cónyuges de residentes permanentes pueden solicitar la residencia sin espera.

Incluso la medida crea una Visa W para indocumentados que buscan empleo en industrias excluidas de los actuales programas de visas. Pero como en todo lenguaje de consenso, también hay aspectos negativos. Uno de los peores es que el proyecto designa fondos y recursos sin precedentes a la frontera, unos 46 mil millones de dólares para completar 700 millas de barda; elevar casi a 40 mil la cifra de agentes fronterizos, así como emplear mayor tecnología de vigilancia incluyendo más aviones no tripulados.

Las comunidades fronterizas y grupos pro inmigrantes temen que la escalada amenace los derechos civiles y se preste al uso de perfiles raciales. Las medidas de seguridad deberán implementarse en el lapso de 10 años en que permanecerán los beneficiados como Inmigrante Provisional Registrado (RPI, por su sigla en inglés), y antes de que soliciten su residencia permanente.

Sin embargo, en el umbral de una posibilidad histórica y real de que el Congreso apruebe la primera reforma migratoria amplia en 27 años, no es momento de tirar la toalla. Todavía queda por delante un complicado e incierto proceso legislativo en la Cámara de Representantes de mayoría republicana que, de momento, envía señales preocupantes.

Su presidente, John Boehner, afirma que no considerarán el proyecto de reforma amplia que envíe el Senado y solamente han avanzado proyectos de criminalización de indocumentados. La vía a la ciudadanía sólo asomó su rostro en un proyecto bipartidista de reforma migratoria que lleva años negociándose y todavía no ve la luz del día. Pero no hay que quitar el dedo del renglón.

El congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, integrante del bipartidista Grupo de los Siete que negocia un acuerdo en la Cámara Baja, dijo a America’s Voice que “toda esa energía que culminaría con una victoria en el Senado va a llegar hasta la Cámara de Representantes”.