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Informe sobre “Vatileaks” marca las reuniones de cardenales antes de cónclave

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  Madrid - Reposa encerrado en una caja fuerte del apartamento que Benedicto XVI ocupaba en el Palacio Apostólico. Las puertas de la habitación están selladas. Se encargó de ello el camarlengo Tarcisio Bertone, precisamente, a las 20 horas del 28 de febrero. El resumen del caso “Vatileaks” que los tres cardenales, Herranz, Tomko y De Giorgi, entregaron al Pontífice el 17 de diciembre, está asegurado de cualquier robo o filtración. Sólo el futuro Papa podrá abrir aquellas puertas y leerlo.

El informe recoge el resultado de meses de interrogatorios a clérigos de todos los niveles, laicos y periodistas. Según la prensa italiana, su contenido revela profundos problemas dentro de la Curia y fue un gran golpe para el ahora Papa Emérito. Benedicto XVI no quiso levantar el secreto sobre el resumen y no permitió que fuera entregado a los cardenales durante las congregaciones previas al cónclave. Sin embargo, en la que fue su última decisión como jefe de la Iglesia, estableció que los investigadores pueden contestar a preguntas y explicar lo que descubrieron en la reunión de los purpurados. Así es que los cardenales reunidos en el Aula nueva del Sínodo están pidiendo informaciones. “Consentir que todos los cardenales, electores y no, puedan saber la verdad fue un acto de sentido común”, comentó el cardenal francés Jean- Louis Tauran a La Repubblica.

“No se puede decidir quién escoger con zonas oscuras e interrogantes que contestar”, agregó. “No es necesario entregar el documento a cada uno de nosotros -declaró Raymundo Damasceno, cardenal de Aparecida (Brasil) a La Stampa-. Conocer el corazón del informe es responsabilidad de la Iglesia. Sobre todo cuando se trata de tomar una decisión tan importante. Vatileaks tendrá un peso en las votaciones”, consideró el presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil, quien entra por primera vez al cónclave. El cardenal de Boston, Sean O’Malley, señaló ayer que “Vatileaks dio titulares durante mucho tiempo. Es importante que los cardenales compartamos la información para tomar esta importante decisión. La que nos proporcionan es más que suficiente y no creo que va a condicionar el cónclave”. Sin embargo, añadió que “se reflexiona mucho sobre cómo gobernar la Iglesia”.

Según el vaticanista Marco Politi, “el escándalo va a pesar en la definición del tema de fondo que atraviesa las congregaciones: la reforma de la Curia. Finalmente, va a esculpir el perfil del hombre que buscan, que debe tener la fuerza de llevarla a cabo”, considera el autor del recién publicado Joseph Ratzinger, crisis de un papado. “Sin embargo, los cardenales no han pedido explicaciones muy precisas”. Las 33 intervenciones registradas hasta ayer “no entran en el detalle, se limitan a evidenciar que hay un problema de gobierno justo en el centro de la Iglesia. Son los documentos filtrados que cuentan que en la Curia existen fenómenos de corrupción, de opacidad en el banco vaticano, luchas entre cardenales y malhumor hacia el secretario de Estado”. Esta situación se puede modificar exigiendo una reforma estructural de la institución. “Un cambio no sólo de hombres, sino una racionalización cabal”, comenta Carlo Marroni, vaticanista de Il Sole 24 Ore. Con la renuncia del Papa quedaron anulados todos los cargos: la salida de Benedicto XVI provoca las dimisiones forzadas de los prefectos de las congregaciones (homólogas de los ministerios con cartera), de los Pontificios consejos (sin cartera) y sobre todo del poderoso secretario de Estado, Tarcisio Bertone. “La Curia -considera Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa- debe volver a ser esbelta y transparente, ágil instrumento en las manos del Papa, a salvo de los venenos de Vatileaks, de los grupos de presión y de las luchas de poder. Este es uno de los puntos firmes que recorren los diálogos entre los purpurados”.