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Los washingtonianos reciben incrédulos la noticia del final del cierre y se siente defraudado de Obama

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Por: José Angel Aguirre
Washington DC.-
Capitolio 2013Al menos por ahora, lo peor se habría evitado si, como parece, los republicanos de la Cámara baja renuncian a seguir batallando. La capital del país, la más afectada por el cierre parcial de la Administración debido a su concentración de agencias gubernamentales, miraba hoy hacia el Capitolio con cierto hartazgo y sin terminar de creerse que los interminables tiras y aflojas entre republicanos y demócratas hubieran dado fruto.

Brian Williams es uno de los afectados por los “furloughs”, como se llama aquí a las licencias forzosas sin sueldo, que fueron decretados por la Administración federal para más de 800.000 funcionarios cuando se produjo el cierre por falta de fondos. Williams trabaja para el Departamento federal de Agricultura, pero lleva más de dos semanas ocioso y ante el acuerdo bipartidista en el Senado alcanzado hoy no termina de sentirse muy confiado.

“Pensaba que seguiría unos días más sin trabajar, porque parecía imposible que se pusieran de acuerdo. Aunque esperemos a ver qué dicen los republicanos en la Cámara. Puede que igual mañana me toque madrugar”, dijo en declaraciones.

La propuesta del Senado, anunciada hoy, autoriza un aumento en la capacidad de endeudamiento del Tesoro hasta el 7 de febrero y desbloquea el presupuesto para reabrir la Administración hasta el 15 de enero, lo que daría tiempo para que los dos grandes partidos negocien un acuerdo más amplio sobre el gasto público y la reducción del déficit a más largo plazo.

Esa negociación sin límites sería la única ganancia que obtendría del bloqueo la oposición republicana, cuya insistencia en condicionar la financiación del Gobierno y la elevación del endeudamiento a la revocación o aplazamiento de la reforma sanitaria de 2010 fue el desencadenante de la parálisis gubernamental.

Sin embargo, los ciudadanos no terminan de creerse que se hayan acabado las escaramuzas partidistas, y es que Estados Unidos vive uno de los momentos de mayor polarización política en décadas, debido al activismo del grupo ultraconservador Tea Party.

Durante estos días también los militantes del Tea Party se han manifestado, repitiendo su mensaje de que la reforma sanitaria es nociva para los estadounidenses, porque aumenta los impuestos, disuade, en su opinión, la creación de empleo y supone una injerencia intolerable del Gobierno en la vida privada de los ciudadanos.

Desde hacía diecisiete años, desde el mandato del también demócrata Bill Clinton, las actividades del Gobierno no habían quedado bajo mínimos como resultado de las pugnas partidistas.

“Hasta que no lo vea no lo creo. Además, nos estamos acostumbrando a esta actitud de los republicanos. Aun así, este acuerdo provocaría que en enero volviéramos a pasar por esto otra vez. No son razonables”, opinó Ronald Bales, vecino del área metropolitana de la ciudad.

El tráfico y el ritmo de la capital de Estados Unidos ha descendido en las últimas semanas, no solamente por las decenas de miles de empleados federales que se han quedado en sus casas, sino también por la reducción de turistas procedentes de otras partes del país. Samantha Brew vino, de hecho, con la intención de visitar los principales monumentos de la ciudad, pero la falta de acuerdo presupuestario la ha dejado con la miel en los labios.

“Ya había decidido mis vacaciones para estas fechas para visitar a mi hermana y no podía cambiarlas. Me he tenido que conformar con los museos de pago”, relata a Efe Brew, quien volverá el jueves a Colorado y no podrá hacer el recorrido turístico de rigor por los pasillos del Congreso.