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Arrestan a tercer sospechoso de secuestro de niña hispana del caso “Baby Hope”

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Nueva York.-
Madre HoppeLa madre de la pequeña Anjélica Castillo, mejor conocida como “Baby Hope”, dijo estar arrepentida de no haber denunciado la desaparición de sus hijas e hizo un llamado a toda la comunidad para que no tengan miedo y acudan a las autoridades.

“Por tonta, ignorante y miedosa no llamé a la Policía en ese entonces”, dijo Margarita Castillo, refiriéndose a Anjélica y Maribel, quienes le fueron arrebatadas por el papá de las menores, Genaro Ramírez.

El cuerpo de la niña fue encontrado el 23 de julio de 1991, dentro de una hielera cerca a una carretera de Washington Heights. Por 22 años no se supo quién era, hasta que llegó una pista a la Policía y pudo ser identificada.

“Me sentía impotente de no saber el idioma. Ahora si hay ayuda, si hay quien les traduzca. Que lleguen a la Policía y no se dejen”, fue el mensaje de Castillo a la comunidad para que ya no tengan miedo y denuncien cualquier delito.

“Llegamos de un pueblo donde no se hace justicia y por miedo de no ser escuchada por la Policía porque no sabía inglés y no era como ahora que hay traductores que ayudan”, recalcó la inmigrante, quien llegó a Estados Unidos en 1985 junto a Ramírez, con quien tuvo tres hijas durante los tres años que vivieron juntos.

Con lágrimas rodando por sus mejillas y desde el pequeño comedor que tiene en la cocina de su apartamento en Elmhurst, Queens, donde vive desde hace 18 años, Castillo relató su odisea desde que dejó de ver a sus dos hijas. Angélica tenía un año y medio y Maribel pocos meses de nacida. La mexicana recordó que después de separada de su pareja, un día la llamó para pedirle que le dejara ver a las niñas, ella pensó que tenía derecho y se las llevó a donde vivía con dos sobrinos y la sobrina.

“Me pidió que me quedara esa noche y al día siguiente cuando me iba a regresar a mi casa me dijo que le dejara las dos pequeñas… llamó un taxi y me jaló del brazo y me sacó del apartamento”, relató. “Mis dos niñas menores se quedaron y logré salir con la mayor, Lorena”.

A las dos semanas volvió a llevarles pañales, según Castillo, pero la sobrina Balvina Juárez-Ramírez le dijo que no estaba y cuando trató de llevarse a sus hijas no se lo permitieron, aduciendo que debían esperar hasta que llegara Ramírez. Cuando regresó unos días después ya no vivían en ese apartamento.

“Me sentía impotente de no saber dónde estaban mis hijas. Los busqué por donde vivían, pregunté a vecinos y no encontré a donde estaban”, aseguró. “Una mujer me dijo que las había visto en la calle y que las vio que estaban con Balvina y que estaban bien, pero que no sabía a donde vivían”.

Castillo siguió su vida con la mayor de las tres, Lorena, y trabajando en factorías. Después se consiguió otra pareja con el que tuvo otras tres hijas y se dedicó a cuidar niños. En total, tuvo 10 hijos, cuatro en México y seis en Nueva York. Ahora vive con los nueve en la Gran Manzana y es abuela de 17 nietos y espera al primer bisnieto. No fue hasta en 1997 cuando Juárez le entregó a Maribel, la otra niña que le había sido arrebatada ocho años atrás.

“El señor Juárez la trajo y le dijo ‘mira esa es su mamá’ y me la dejó”, recordó. “No me dijo nada más. Yo estaba muy contenta de tenerla nuevamente. Ella no sabía de su hermanita, sólo nos decía que la recordaba llorando mucho, pero era muy pequeña para tener recuerdos claros”.