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El ejercicio de la autoridad en los padres

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padres e hijos¿Qué ocurre cuando no tenemos autoridad en la familia? Que nuestro hijo se apodera de ella. Los educadores saben que una autoridad bien entendida obtiene el respeto del niño y es la piedra angular para desarrollar personas equilibradas y felices. de eso se trata, de ayudar a crecer.

¿Cómo conseguir autoridad? Es importante tomar decisiones correctas y útiles para el niño día a día. La palabra autoridad se deriva del verbo latino “augere”, que quiere decir ayudar a crecer. Para un educador es importante distinguir entre: “ser autoridad” “tener poder” “tener autoridad” Una persona es autoridad por el cargo que ocupa. El director en la empresa, el alcalde en la ciudad, el profesor en la clase o el padre-madre en la familia son, por principio, la autoridad. Como consecuencia de ser autoridad tienen, a priori, un capital de prestigio y de reconocimiento que les permite tener autoridad.

Para tener autoridad es preciso ganarla día a día con decisiones: correctas, justas y útiles. Por otro lado, el ser autoridad conlleva no sólo tener poder para mandar a otros, sino también una capacidad coercitiva. Es aquello de que quien manda, manda, aunque mande mal. Cuanta más autoridad tenemos como padres, menos hemos de ejercer el poder.

Y al contrario, en la medida que nuestra autoridad disminuye, debemos imponer medidas coerciti- vas: castigos, gritos, e n f a - dos, etc. que cada día han de ser mayores para que tengan efecto, deteriorando así la buena relación entre nosotros y nuestros hijos y, en consecuencia, la calidad de vida familiar.

¿Cómo tener autoridad? El primer requisito para tener autoridad es, ejercerla día a día. Como cualquier actividad, si no se practica se pierde. Los padres hemos de tomar decisiones diarias que ayuden a nuestro hijo a respetar los límites naturales, que le ayuden a madurar como persona. La permisividad y el “dejar hacer” son enemigos de la autoridad que ayuda a crecer.

En segundo lugar es necesario huir del autoritarismo, consistente en el ejercicio del poder de modo injusto, inútil y cuando no se debe. En tercer lugar, para tener autoridad es preciso tener prestigio. Una persona tiene prestigio cuando se le reconoce una habilidad o cualidad determinada.

Un estudio de la Universidad de Navarra comprobó que el prestigio de los padres ante los hijos no depende ni del dinero que ganan, ni del coche que tienen, ni de la práctica de un deporte, ni tan siquiera del cargo que ocupan, sino que depende de tres factores fundamentales: Del modo de ser de la persona: generosa, serena, optimista, humilde, generosa, ... Del modo de trabajar: el hijo exige de sus padres un trabajo de calidad y un comportamiento honrado en su actividad laboral.

1. Del modo de tratar a los demás: Tanto a la familia como a los amigos y compañeros, o a la sociedad en general.

2. Por último, no hay autoridad sin respeto fundamentado en la integridad, la sinceridad y la empatía con el prójimo, nunca en el miedo y en la imposición.