¿Unas Palabras Que No Te Dije, Hijo...?
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Sábado, 10 Mayo 2014 3:52pm
Hijo mío, te has hecho mayor y ya dejaste el hogar que te vio nacer: Cuando partiste sentí que se desgarraba mi alma, un oscuro túnel cubría mi mente y los ojos no lograban ver tu rostro claramente por las lágrimas que no podía dejar de derramar. Unos sollozos fueron oídos y no pude sino darte una bendición que te acompañaría por el resto del tiempo que estarías lejos de mí.
Lejos o cerca, hijo mío, siempre te amaré. Siempre, desde el inicio te he amado, profundamente. Te he amado más que a mi carne y piel. He deseado tanto para ti que hubiera querido tener el poder de bajarte cada estrella para alumbrar tu camino, convertir cada uno de tus deseos en una fiel realidad…
Dicen, mi propia madre lo decía siempre, que a los hijos se les ama más que a la vida, y yo lo he hecho así, sólo que hasta ahora no me di cuenta de cuánto te pertenezco y cuánto de mí tienes. Así son las cosas de la vida, tienes que experimentar una pérdida para darte cuenta del gran amor hay en cada corazón. Como madre, sólo tengo buenos deseos para ti.
Mil recuerdos de tu infancia me invaden, hice de tus retratos mi rincón especial para mirarte, para desde la distancia desearte el mejor día, el mejor momento. Pido a Dios que jamás te falten buenos amigos que te ayuden a sortear los malos ratos, que no te falte una mano que te extienda compañía y un abrazo para que nunca te sientas solo.Quiero lo mejor para mi hijo.
Desde que eras un pequeño niño fui una de las madres más egoístas del mundo, hoy me doy cuenta de ello, pues nunca quise compartirte con nada ni nadie, sólo te quería ver sonreír. En mi desmesurado afán de no sentirte lastimado, seguramente cometí excesos, que hoy, gracias a Dios y su generosidad, no han sido decisivos.
Recuerdo a mi propia madre con insólita admiración y una profunda gratitud porque reconozco cuanto me dio, cuanto dejó de ser por mí… y se equivocó, ¡sí, muchas veces!, pero siempre la salvó su intención de buscarme el cielo, la tierra del nunca sufrir. Espero que así puedas verme a mí también.