Periodico Las Americas

Espejismo político

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Por: Humberto Caspa, Ph.D., Profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

White House

Algunos dirigentes republicanos confunden la realidad con la ficción. No estoy seguro si lo hacen por conveniencia o simplemente por costumbre. Lo cierto es que cada vez que un demócrata llega a la Casa Blanca, la función de estos republicanos es truncar de mil maneras el ejercicio de poder del presidente. Es decir, lo único que les interesa es taparle la boca, debilitarlo, castigarlo a través de un juicio político (impeachment) en el Congreso. Lo dijo explícitamente la ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, como también lo hicieron otros políticos de calibre de la bancada republicana.

Sin embargo, hoy el jefe máximo de la Cámara de Representantes, John Boehner, ha expresado que tal vez no es buena idea de acallar políticamente al presidente Barack Obama, pero que es mejor enjuiciarlo en una corte federal por abusos que, supuestamente, ha cometido contra la constitucionalidad del Estado, particularmente por disponer exageradamente del mecanismo de órdenes ejecutivas.

“El presidente Obama ha abusado su autoridad constitucional. Es responsabilidad de la Cámara Baja del Congreso de defender la Constitución”, dijo en un artículo publicado en USA Today.

A Boehner se le ha unido Steve Scalise, jefe disciplinario (majority whip) de su partido en la Cámara de Representantes, aunque también opinó que un juicio político en el Congreso no debería descartarse. Entre otros beneficios, las órdenes ejecutivas han permitido certidumbre y tranquilidad a muchos estudiantes indocumentados. Hoy, gracias a este artificio político miles de jóvenes gozan del sueño americano, tienen la posibilidad de realizarse académicamente para buscar mejoras laborales en el futuro.

Obama también utilizó las órdenes ejecutivas para destrabar la cloaca del Congreso en torno a la reforma de salud. Como los congresistas republicanos se oponen ciegamente a este proyecto, al Presidente no le quedó más opción que hacer uso de estos poderes que le brinda la Constitución. Boehner y Scalise dicen que el “excesivo” uso de las Órdenes Ejecutivas es inconstitucional. Por lo tanto, el Presidente debe ser enjuiciado en la corte federal por su autoritarismo político.

En estas instancias, tanto el juicio político como el juicio jurídico contra Obama no es más que un simple despropósito, un espejismo inmundo que nutre la vista desgarrada de los líderes republicanos. Boehner y Scalise solo ven imágenes y situaciones engañosas que no encuadran con la realidad, ni mucho menos reflejan los deseos del electorado nacional.

Una mayoría de los votantes no está de acuerdo con ninguno de estos juicios contra el Presidente. Paradójicamente, la retórica del juicio político y jurídico tiene un trasfondo positivo para los demócratas. A medida que los republicanos imploran castigar al presidente Obama, las bases demócratas se estimulan políticamente, se concientizan y se movilizan, dando como resultado una necesidad imperiosa de revertir las voces radicales de la derecha. Por eso, cualquier tipo de juicio contra el presidente es tan absurdo como creer que Elvis Presley todavía camina por las calles de Hollywood.