Periodico Las Americas

El cigarrillo no solo mata, también tortura

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Por: Luisa Fernanda Montero
Para La Red Hispana

Cigarrillo

Existe ayuda, pero recuerde siempre su mejor opción es usted mismo; usted puede decidir que su calidad de vida, su futuro y su vida valen mucho más que un efímero y engañoso momento de placer.

“De algo tiene que morirse uno”, esa es una expresión popular entre fumadores. Y es claro que es así; es más, todos nos vamos a morir, esa es la gran certeza universal. Pero lo que ciertos acérrimos fumadores tal vez no piensan es en el gran dolor que antecede al final, cuando decidimos matarnos lentamente atados a un mísero cigarro.

Las consecuencias del hábito de fumar en la salud del adicto son prácticamente innumerables; y hay para todos los gustos, desde la famosa tos del fumador, pasando por el aliento a cenicero, hasta la perdida de los dientes causada por las enfermedades de las encías o los infames dolores del cáncer. Pero en eso no se piensa, cuando de gozar del infame se trata.

El consumo de cigarrillo sigue siendo la causa principal de muertes prevenibles en Estados Unidos. Fumar mata a más de 480 mil personas en este país cada año. La única solución para este mal es no fumar. Si fuma, lo de dejarlo es urgente. Los efectos del cigarrillo en el organismo son inmediatos y el dolor, a la postre, es real, y eso es lo que busca reflejar la última campaña de Los Centros de Control de Enfermedades.

Felicita, por ejemplo, es una de las mujeres que da su testimonio en el marco de la campaña. Ella tiene poco más de 50 años, pero hace mucho que perdió toda su dentadura. Tendrá que vivir por el resto de su vida con el dolor de no tener dientes. En un escueto videoclip realizado para la campaña, Felicita se abre para mostrar cómo es vivir sin dientes, cómo es vivir torturada y como es saber que deberá vivir así hasta su último día.

“A través de los años, el cigarrillo fue consumiendo mis encías, fue consumiendo los huesos de mis dientes y eso es algo de lo que nunca me di cuenta”, dice una mujer que decidió empezar a fumar a la edad de 13 años. Pero, es por lo menos curioso saber que a esa edad, ella compartió con su madre que se había iniciado en el hábito. Su madre, entonces, fue enfática: “Puedes hacerlo, si lo puedes solventar”.

¿Qué hubiera sido de Felicita si su madre hubiera sido un poco, solo un poco, más consiente y hubiese encausado a su hija por un camino menos escabroso cuando aún era tiempo? El mensaje es claro, debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para que nuestros hijos y los jóvenes a nuestro alrededor se mantengan alejados de este vicio. Si somos nosotros los que hemos caído en las redes de humo de este encantador de incautos, debemos saber que nunca es tarde para detenernos.

Dejar de fumar es posible. Muchos lo hemos logrado y usted no tiene porqué ser la excepción. Y si, de algo tendremos que morir, pero no es lo mismo morir satisfechos y tranquilos tras una sana vejez, que morir en medio del dolor y el sufrimiento, atados a un tanque de oxígeno, sin tráquea o sin voz o sin lengua por los desafueros de la enfermedad.