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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
| 9:55 pm

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Esteban Quispe, el genio boliviano que fabrica robots con desechos

Boliviano

A sus 18 años ya es todo un genio de la robótica, pero sueña con mucho más, desde que tenía apenas 8.

“Ya he creado 23. Ahora estoy trabajando en el número 24. Será un robot que podrá tener usos en agricultura”. Lo dice seguro, confiado. El entusiasmo se percibe en su voz. Y no es para menos: su nombre está comenzando a sonar con fuerza dentro y fuera de las fronteras de su país, Bolivia. Desde su pequeño taller en un pueblo del municipio de Patacamaya, al sureste de La Paz, Esteban da vida a sus creaciones.

“Mi taller es un simple cuarto, aunque ahora lo he ido mejorando. Desde allí investigo cada componente y voy haciendo los circuitos. Ya le puse el suelo de cemento. También soy albañil, entre otras muchas cosas”, explica.

Si hubiera tenido dinero habría utilizado materiales nuevos. Pero no lo tenía, así que empecé a buscar soluciones.

Si hay algo que define a Esteban son sus ansias por inventar y construir cosas nuevas. Y ese “talento innato”, como él mismo lo define, para comprender el “complicado idioma de la tecnología” le está llevando muy lejos. Ya ha participado en varios programas televisivos y protagonizado artículos de la prensa internacional. Y en su página de Facebook se acumulan elogios y comentarios de sus miles de seguidores. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) le invitó en octubre al evento global que desarrolla anualmente en Washington, EE.UU., Demand Solutions (Ideas para mejorar vidas), para compartir sus creaciones y entusiasmo con el resto del mundo. Y el Ministerio de Educación de Bolivia le premió con una beca completa de estudios universitarios “en la carrera que él elija”.

Pero Esteban dice que decidió cederla para el disfrute de otro estudiante.

“En total recibí cinco becas”, dice Esteban.

Y, al final, eligió estudiar Ingeniería Mecatrónica en la a Universidad Católica Boliviana San Pablo. Completó el primer trimestre, pero poco después abandonó sus estudios universitarios.

“Hice una suspensión indeterminada para luego retornar. No creo que sea tan necesaria la universidad, pero quiero volver lo antes posible porque necesito el título”, admite el joven.

Pero primero, sostiene, debe completar su servicio militar.

“Entonces retomaré la universidad”, asegura.

Mientras tanto, sigue trabajando en su pequeño obrador, creando ingeniosas máquinas que no solo le están aportando ingresos, sino también una fama que no esperaba y con la que parece sentirse muy cómodo.

“Hacerme famoso no era mi objetivo, pero sí uno de mis sueños”, confiesa.

Se trata de Wall-E, una tierna máquina que en la cinta de Disney arregla el desorden que causó la humanidad, y en el mundo de Quispe nace de la propia basura para recordarnos una lección: la creatividad no tiene límites.