La vileza de Trump hacia los inmigrantes sigue intacta
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- Categoría: Inmigración
- Publicado el Martes, 6 Febrero 2018 2:42am
Por: Maribel Hastings
Washington DC.-
Si alguien todavía dudaba lo que opine sobre los inmigrantes el “Divisor en Jefe”, Donald Trump, pudo escucharlo el martes en la noche en prime time en el discurso sobre el Estado de la Unión. Para Trump, los inmigrantes y los indocumentados son “criminales”. La porción del discurso dedicada al tema migratorio no se centró en explicar por qué los Dreamers merecen ser reconocidos como los estadounidenses que son. No. Trump incluso les lanzó un jab afirmando que “los estadounidenses también son soñadores”, en clara referencia a los Dreamers. Pero olvidó que esos Dreamers también son estadounidenses.
No conforme con eso, Trump, canalizando entre líneas a su racista asesor Stephen Miller, quien participó en la redacción del discurso, dedicó una generosa porción a explotar el tema de la violencia de las pandillas de la Mara Salvatrucha, igualando a los inmigrantes con criminales. No hubo referencia alguna a las contribuciones de los inmigrantes que han levantado a esta nación a través de su historia. Ni a cómo la mayor parte de esos inmigrantes son personas decentes, jefes y jefas de familia que llegaron buscando un mejor porvenir para ellos y sus familias y, al mismo tiempo, han engrandecido a esta nación con su trabajo, su cultura y sus aportaciones. No hubo mención de los logros de los Dreamers, muchos de los cuales se encontraban entre la audiencia escuchando de primera mano la diatriba prejuiciosa de este presidente, ni de cómo esos Dreamers honran y enriquecen a esta nación con sus estudios, su trabajo y su servicio en las Fuerzas Armadas, entre muchas otras áreas. No.
Trump prefirió seguir en la misma ruta vergonzosa de utilizar a los inmigrantes como chivos expiatorios para apelar al miedo y al prejuicio, al “ellos” (los inmigrantes), contra “nosotros” (los blancos). Utilizó el dolor de familias que han perdido seres queridos a manos de pandilleros para establecer una falsa paridad entre un delincuente y un inmigrante. Los propios inmigrantes han sido víctimas de estas pandillas y si usted habla con cualquiera de ellos, verá que son los primeros en decir que los delincuentes deben ser removidos. Lo insultante es que no haya distinción y los coloquen a todos en el mismo saco. Y lo peor es que un individuo como Trump, con techo de cristal y una dudosa reputación, sea quien equipare a los inmigrantes con criminales. Claro está, si esos criminales son rusos, es probable que Trump los trate con guantes de seda.
Esta parte del discurso estuvo claramente dirigida a su base extremista anticipando quizá la reacción negativa de esa base a cualquier medida que suponga beneficios para los inmigrantes. Y con actitud jactanciosa, Trump también advirtió a los demócratas que deben aceptar su plan migratorio porque daría una vía a la ciudadanía a 1.8 millones de indocumentados, pero a cambio de drásticos y prejuiciosos cambios en las leyes de inmigración.
Trump demostró una vez más que es como es. Su prejuicio contra los inmigrantes está intacto. Un tigre nunca cambia sus rayas. “Es un presidente que divide, denigra y deshumaniza con base en una visión del mundo en la que unos son merecedores y la mayoría no”. El discurso del Estado de la Unión de esta noche por parte del presidente Trump mostró que él está más interesado en la división que siembra que en la unidad que forja. Este es un presidente abiertamente hostil a la mayoría de los estadounidenses y se preocupa solamente de su reducida base. El hecho de que sólo podía mirar a un lado del salón durante su discurso revela todo lo que se necesita saber sobre su esperada audiencia.
Su cantaleta inmigratoria fue especialmente horrible. Convocó a familias inmigrantes, agentes latinos y afligidos padres afroamericanos para promover una estrategia de deportación de inmigrantes hispanos y negros, además de reducir la inmigración de latinos y afroamericanos que llega legalmente en un 60%. Desvergonzado, repugnante y cínico. En lugar de levantar la humanidad que comparten todos aquellos que aspiran a ser enteramente miembros plenos e igualitarios de la familia estadounidense, se mofó al decir que “los estadounidenses son soñadores también”, un golpe no demasiado sutil contra los jóvenes inmigrantes cuyas vidas fueron sumidas en una crisis provocada por su decisión de terminar DACA.
Finalmente, promovió la propuesta inmigratoria radical de la Casa Blanca. Redactada por Stephen Miller, el plan se aprovecha del precario estatus de los Dreamers –una crisis que él mismo provocó– y cínicamente los utiliza para impulsar una restructuración radical de nuestro sistema legal de inmigración que se remonta a los orígenes de las políticas racistas de los años 20. Lejos de un compromiso que pueda ser aprobado, es una propuesta profundamente partidista que, afortunadamente, está muerta de antemano. Desafortunadamente, hace más difícil promulgar una legislación que proteja a los Dreamers, que un 87% de los estadounidenses favorece.