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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
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Siempre podemos mejorar

Por: Luisa Fernanda Montero

Por estos días en los que se nos exige unir fuerzas y trabajar juntos si queremos alcanzar las metas que nos hemos propuesto como comunidad he estado pensando mucho en la importancia que tiene el compartir en nuestra vida cotidiana. Sea cual sea su historia es muy posible que en algún momento haya escuchado eso de que como inmigrante “tiene que pagar su derecho de piso”, o quizás en un momento de angustia alguien lo haya mirado a la cara y le haya dicho con tono desafiante, “¿quería norte? ¡Norte tiene!”, para dejarle muy claro que de este lado de la frontera las cosas no son fáciles, que este país es para valientes y que aquí nada es gratis.

Pues si. Muy seguramente todo aquello es más que cierto, pero que triste es necesitar una mano amiga y encontrar una desafiante o retadora. Si le ha pasado a usted, entenderá fácilmente de lo que estoy hablando. Muchas veces la falta de apoyo de los miembros de nuestra propia comunidad nos hace más difícil el camino. Es como si, de algún modo, ciertas personas sintieran la necesidad de cobrarle al otro el sufrimiento por el que pasaron en sus primeras épocas como inmigrantes.

Muchos, incluso, se dedican a repetir a todo el que pueda oírlos que no se puede. No se puede estudiar, no se puede trabajar, no se puede conducir. No se puede. Cualquier persona recién llegada a un mundo nuevo, completamente distinto al suyo puede fácilmente sentirse amedrentada por ese tipo de comentarios, que vale la pena decir, tal vez ni siquiera sean mal intencionados. Tal vez, solo vengan del deseo de destacar lo valientes que somos y lo muy difícil que ha sido llegar a donde estamos.

Pues bien, esa valía nadie no la puede quitar. Como inmigrantes todos hemos pagado un precio por llegar hasta donde hemos llegado, pero eso no nos da derecho a hacerle el camino más largo a los que vienen detrás.

Nos engrandece mucho más hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a quienes lo necesitan. Muchas veces el dar una simple información en el momento indicado puede hacer la diferencia. Una sonrisa y un poco de optimismo pueden cambiar la vida de una persona. Hemos logrado grandes cosas en beneficio de nuestra comunidad. La aprobación de una reforma migratoria justa y comprehensiva, ha sido nuestra meta por años, y en el proceso hemos demostrado que podemos trabajar juntos, que podemos unir nuestras fuerzas y pelear por lo que consideramos justo.

¿Podríamos tener esa misma actitud en nuestras vidas cotidianas? ¿Podemos convertirnos todos y cada uno de nosotros en agentes de cambio en nuestros pequeños mundos? ¿Qué tal si desde hoy, pensamos en las pequeñas cosas que podemos cambiar para ser mejores empleados, vecinos, padres o esposos? ¿Qué tal si simplemente nos damos la oportunidad de ser mejores seres humanos?

Tal vez podamos aplicar las enseñanzas que nos dejo John F. Kennedy, cuando nos instó a preguntarnos qué hacemos por nuestro país en lugar de preguntarnos qué hace nuestro país por nosotros. Estoy segura: siempre podemos mejorar.