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Domingo, 10 de Noviembre del 2024
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Los demócratas ofrecen que la reforma entre en vigor en 2017 pero se vote ya

Por: Paula T. Castellanno
Washington DC.-

Harry Reid

Los líderes demócratas en el Senado lanzaron ayer una nueva oferta a los republicanos de la Cámara de Representantes para aprobar la reforma migratoria antes del receso legislativo de verano, pero retrasando su entrada en vigor hasta 2017, cuando el presidente Barack Obama haya dejado la Casa Blanca.

El líder de la mayoría demócrata en la cámara alta, Harry Reid, anunció en rueda de prensa la propuesta con la que se pretende acabar con “el parón” al que ha sido sometido el texto legislativo encaminado a reformar el sistema de inmigración, de cuya aprobación en el Senado se cumplen hoy 329 días.

“Aquí está una sugerencia para resolver el parón. Creo que es bastante razonable. Vamos a aprobar una reforma migratoria hoy, y entrará en vigor a principios de 2017. Si los republicanos no confían en el presidente Obama, vamos a darles la oportunidad de poner en práctica el proyecto de ley durante el gobierno del presidente Rand Paul o el presidente Theodore (sic) Cruz”, afirmó el senador.

Los republicanos han repetido una y otra vez que la principal razón por la que no han sometido a consideración un texto legislativo sobre la reforma es la falta de confianza en que Obama aplique la ley tal y como sea aprobada, al argumentar que el presidente ha modificado como ha querido la reforma sanitaria aprobada en 2010.

“Para que quede claro: que se retrase la ejecución de la reforma migratoria no es mi preferencia, pero estoy convencido de que este proyecto de ley tiene que aprobarse y estoy dispuesto a mostrar flexibilidad”, agregó el senador demócrata por Nevada.

“Voy a hacer lo que pueda para ayudar a adoptar este importante proyecto de ley. Tenemos que llegar al otro lado de la línea de meta. Por eso espero que los republicanos consideren esta oferta. Es en serio. Para mostrar un poco de compasión, empiecen a actuar”, reiteró el senador.

Acompañado por los legisladores Chuck Schumer, Dick Durbin y Patty Murray, Reid insistió en que apenas quedan seis semanas de sesión legislativa para poder aprobar el proyecto, y que de no hacerse antes del 1 de agosto, la reforma habrá muerto. El Senado llegó a un acuerdo bipartidista el pasado junio, promovido por el conocido como “Grupo de los 8” sobre un proyecto de ley que abriría un camino hacia la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que se calcula que hay en el país. La propuesta que han puesto hoy sobre la mesa los cuatro legisladores fue una idea ya planteada hace unos meses por Schumer, que los republicanos desoyeron.

“La única culpa recaerá sobre los republicanos de la Cámara, que en contra de los deseos de su partido y del pueblo estadounidense solo siguen los dictados de Steve King y se niegan a avanzar”, dijo Schumer, demócrata por Nueva York, refiriéndose al representante Steve King (Iowa), un oponente declarado a incrementar los flujos de inmigración.

Los demócratas señalaron que han pasado 329 días desde que el Senado aprobó su proyecto de reforma, que también contiene un aumento de la seguridad fronteriza y aborda una reforma para la concesión de visas de trabajo.

“La reforma migratoria se convierte en importante para los demócratas, cuando es tiempo de elecciones. ¿Dónde estaba la indignación diaria de Harry Reid sobre la inacción del presidente sobre la unificación familiar cuando los demócratas tenían una mayoría?”, respondió Izzy Santa, portavoz del Comité Nacional Republicano (RNC), “Los republicanos están trabajando en este tema y el diálogo debe permanecer abierto entre ambas partes, pero si los demócratas quiere jugar a la política luego sabemos dónde se encuentran sus intenciones. En el mismo sitio que estaban en 2009 y 2010 cuando los demócratas hicieron promesas exageradas que no cumplieron”, insistió Santa.

Los republicanos más críticos dicen que el proyecto de ley no refuerza lo suficiente las fronteras y que la regularización del estatus legal de tantos inmigrantes podría provocar un efecto llamada además de perjudicar a los ciudadanos estadounidenses que no tienen empleo.