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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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La caída de Manuel Antonio Noriega, el “hombre fuerte” de Panamá

Ciudad de Panamá.-

Noriega

El ex dictador panameño, fue amparado por la CIA pero paralelamente entablaba relaciones con la Cuba de Fidel Castro, la Nicaragua de Daniel Ortega o Pablo Escobar y su poderoso cartel de Medellín.

Los vínculos con el narcotráfico significaría el fin de la relación con Estados Unidos, lo que llevó a una violenta invasión al país caribeño y terminaría con la vida de más de 500 personas. El ex dictador panameño, Manuel Antonio Noriega, quien se encontraba recluido en el Hospital Santo Tomás desde marzo tras operarse de un tumor cerebral, falleció anoche a los 83 años.

“Muerte de Manuel A. Noriega cierra un capítulo de nuestra historia; sus hijas y sus familiares merecen un sepelio en paz”, comentó a través de Twitter el presidente panameño Juan Carlos Varela.

Y es que el gobierno no ha dado señales de querer conmemorar a quien fue alguna vez el “hombre fuerte” de Panamá. Al contrario, no tienen programado ningún acto formal, las televisiones siguen su programación regular y no darán días libres. Noriega llegó al poder luego de escalar dentro de las fuerzas militares panameñas, donde apoyó al general Omar Torrijos, quien murió en un misterioso accidente aéreo en 1981. A partir de entonces, Noriega como jefe de los servicios de seguridad de inteligencia, comenzó la carrera. Dos años después, el 1 de agosto de 1983, alcanza el generalato y lideró al país durante seis y largos años.

Si algo caracterizó a Noriega, fue su facilidad para tratar con diversos servicios secretos de países antagónicas durante la Guerra Fría. Fue un militar amparado por la CIA desde los años cincuenta y, al mismo tiempo, entablaba relaciones con la Cuba de Fidel Castro, la Nicaragua de Daniel Ortega o Pablo Escobar y su poderoso cartel de Medellín.

Los vínculos con el narcotráfico significaría el fin de la relación con Estados Unidos más adelante. Panamá era una pieza clave para la administración estadounidense para vincularse con la política latinoamericana. Pero mientras Noriega se relacionaba con Estados Unidos, sumergía a su propio país en una crisis económica, política y social. Algunas personas se atrevieron alzar la voz, pero la mayoría fue aniquilada. Como el caso del opositor Hugo Spadafora, quien fue encontrado decapitado en 1985.

Pero la relación entre el dictador y el gobierno norteamericano terminó cuando finalmente Estados Unidos compró sus lazos con el narcotráfico. El presidente estadounidense George H. W. Bush, antiguo director de la CIA, ordenó invadir Panamá el 20 de diciembre de 1989 para capturar a Noriega. La operación fue conocida como “Causa Justa” y dejó oficialmente a 500 muertos, pero organizaciones elevan la cifra. Finalmente se entregó el 3 de enero de 1990.

En 1992 en Estados Unidos fue condenado a 40 años de prisión por narcotráfico y blanqueo de capitales, pero la pena fue reducida a 30 años y luego menos por su buen comportamiento. Luego en el 2010, fue extraditado a Francia por lavado de dinero y en 2011 extraditado a Panamá, donde recibió tres condenas de 20 años cada una por la desaparición y asesinato de Spadafora, del militar Moisés Giroldi, y por la llamada masacre de Albrook. Pero Noriega siempre negó haber tenido participación en estos crímenes.

“Bajo el nombre de Dios, no tuve nada que ver con la muerte de ninguna de estas personas. Siempre hubo una conspiración permanente contra mí, pero estoy aquí de frente, sin cobardía”, dijo hace semanas durante una audiencia. Poco a poco su influencia política y militar comenzó a desaparecer y en el 2015 pidió “perdón” a “toda persona que se sienta ofendida, afectada, perjudicada o humillada por mis acciones”.