1. Skip to Menu
  2. Skip to Content
  3. Skip to Footer
Sábado, 23 de Noviembre del 2024
| 12:58 pm

Síguenos en Las Americas Newspaper Facebook Las Americas Newspaper Twitter Las Americas Newspaper Google Plus

El submundo de las maras, las tribus de Centroamérica

San Salvador.-

Salvador

A punta de “rentas” y balaceras, hacen huir a los vecinos y usurpan sus viviendas para vivir, montar operaciones y hasta descuartizar. Son las “casas destroyer” o “casas locas”. “Cada pandillero recibe dinero semanalmente para comprar comida, ropa y llevar a familiares”, relató José.

José tenía 13 años cuando entró al sangriento y misterioso submundo de las pandillas, esas tribus que desbordaron la violencia en los barrios de Centroamérica. Son decenas de miles los jóvenes que llevan el destino tatuado en su piel: la muerte. “La pandilla es como la familia”, dice José en un lugar de San Salvador, donde a los 26 años intenta dejar su pasado en una iglesia evangélica y estudiando.

El expandillero traficó y vendió drogas, extorsionó, amenazó y estuvo preso por matar. La muerte marca el estilo de vida de estas tribus urbanas convertidas en complejas estructuras del crimen organizado en El Salvador, Honduras y Guatemala, países con las tasas de homicidios más altas del mundo.

Las más violentas son la Mara Salvatrucha y la Barrio 18, organizadas jerárquicamente y en clicas (células que controlan y mantienen en “estado de sitio” los barrios), con su propio lenguaje, normas de conducta y un implacable código moral. Sus principales distintivos son los tatuajes -en muchos de pies a cabeza- y los grafitis o “placazos” que estampan con la leyenda “ver, oír y callar”.

Los expertos intentan descodificar lo que está detrás: un “18”, un “13” o “MS” es la marca de pertenencia; las lágrimas negras contabilizan los asesinatos; las cruces, los compañeros muertos; los payasos, las alegrías y tristezas; la calavera apologiza la muerte.

“Tres puntitos en cualquier parte del cuerpo representan la vida del pandillero: el hospital, la cárcel o el cementerio. Los grafitis marcan el territorio donde opera la clica”, explicó un policía hondureño antipandillas que pidió anonimato.

Las mujeres son usadas para extorsionar y llevar las finanzas de las pandillas, deben tatuarse el nombre de su pareja. “Jainas”, las llaman. Además, las”willas” son los mensajes en clave con órdenes a cumplir. Cada marero tiene una “taca” (alias) para identificarse; cada pandilla, su lenguaje de manos, según Carlos Menocal, exministro del Interior de Guatemala. El bautizo o rito de iniciación -”brincar” en su argot- son 13 o 18 segundos de paliza según la mara, o asesinar a un adversario.

“El pandillero no es pandillero sin un rival, si no ha tenido una golpiza y un arma para jalar el gatillo”, comentó Menocal. Luego llega el ascenso, pueden ser “ranfleros” o “palabreros” que son jefes de clicas; los “homies”, compañeros o simpatizantes; “banderas” o “postes”, quienes vigilan; “soldados” o “chequeos” cobran las extorsiones, llamadas “impuesto de guerra” o “renta”.