Seis semanas de Malia Obama en Bolivia y Perú para un voluntariado
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- Categoría: Internacional
- Publicado el Domingo, 22 Enero 2017 3:42pm
La Paz.-
Mientras su padre seguía en la Casa Blanca el vertiginoso recuento para conocer quién sería su sucesor en la noche del pasado 8 de noviembre, Malia seguía las elecciones desde una pizzería. A unos 6 mil kilómetros de su padre. Es que, según se supo esta semana, Malia, de 18 años, pasó seis semanas de 2016 en Tiquipaya, Bolivia, para hacer un voluntariado, poco después de terminar el colegio, y al comienzo de su “año sabático” antes de comenzar la universidad en Harvard. Los egresados estadounidenses suelen tomarse un año antes de comenzar sus estudios superiores para hacer acciones sociales mientras viajan por el mundo.
La noche del 8 de noviembre, Malia estaba en una larga mesa la pizzería Villa Esperanza, cerca de donde se hospedaba junto a un grupo de compañeros estadounidenses que, como ella, viajaron a Bolivia a través del programa “Andes and Amazon” de la empresa Where There be Dragons. La compañía ofrece viajes para jóvenes de entre 17 y 22 años para hacer trabajo social alrededor del mundo. El viaje que eligió la hija mayor de Obama, que en realidad dura tres meses, tiene un costo de US$ 14.555, y no incluye pasajes.
“Cuando yo la vi me llamó la atención por lo altísima que es, nosotros somos pequeñitos, y yo le dije a mi esposo: “Ella se parece a la hija de Obama”, pero él no me creyó. Luego, un señor americano que había hecho la reserva nos pidió una sala para que el grupo de jóvenes pudieran ver la televisión y como teníamos cable pusieron las elecciones”, dijo Miriam Zurita, dueña de la pizzería Villa Esperanza.
“Malia estuvo hasta media noche comiendo varias de las 51 variedades de pizza que tenemos”, agregó, sin dejar pasar la oportunidad de promocionar su local de comidas.
La foto de Malia en la pizzería es una de las tantas que se conocieron de la hija del hasta el viernes presidente de Estados Unidos. Se la ve en paisajes de montaña, en salidas nocturnas y en una estación de ómnibus, con amigos y con gente local. Se la ve riendo, posando, caminando y bromeando. Pero la adolescente de 18 años no estuvo sola. Estuvo siempre acompañada de un fuerte operativo de seguridad que la custodió de incógnito durante todo el viaje.
El programa de Malia en Tiquipaya incluyó, entre otras cosas, la estancia en la casa de una familia local -la mayoría son descendientes de los indígenas Quechua-, que le abrió las puertas para vivir sus cenas tradicionales y sus celebraciones. La adolescente también tuvo la chance de estar en una granja orgánica en donde pudo tener contacto directo con los sistemas de producción de alimentos locales y las prácticas tradicionales de agricultura. También hizo turismo, subió a la Cordillera Real de Bolivia y paseó por las calles de La Paz.