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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
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Salvadoreña gana el 37avo Premio Mundial internacional de poesía merecedora de importante presea

Washington DC.-

Carmen Huguet

La obra ganadora de Carmen Huguet, el Jurado ha concluido que “en los noventa sonetos que componen este libro, la autora introduce, sin concesiones a ningún facilismo retórico, versos auténticos, vibrantes, libres de ambages.

El alma herida, Carmen González Huguet (San Salvador, 1958) se ha hecho con el XXXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, celebrado el 11 de diciembre en Roma, en la Embajada de España ante la Santa Sede. La dotación es de 7.000 euros, la edición de la obra y una medalla conmemorativa.

Poeta, profesora y miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua, ha publicado numerosos poemarios, además de cuentos y novelas, por los que ha sido premiada con otros galardones. Además, el español Lucrecio Serrano Pedroche (Cuenca, 1946) ha resultado mención de honor con publicación de la obra por su poemario Palabra, destacándose entre el resto de finalistas de esta edición procedentes de Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, España y R. Dominicana.

Sobre la obra ganadora el Jurado ha concluido que “en los noventa sonetos que componen este libro, la autora introduce, sin concesiones a ningún facilismo retórico, versos auténticos, vibrantes, libres de ambages.

El universo poético se nutre del material extraído de la propia vida: las búsquedas personales, las luchas interiores, la tensión hacia el horizonte que marca la esperanza, todo ello sazonado también de gratitud y de una actitud suplicante que nace de un verdadero fervor: «Gracias por la alegría y el quebranto, / por la flor y la tierra en el barbecho, / por el esfuerzo diario y el provecho, / por el gozo, Señor, y por el llanto».

Los poemas respiran paz y mística alegría, al mismo tiempo que crece la fe y la esperanza en la herida purgante de los momentos de ausencia tan traída y llevada en nuestra mejor literatura: “Puebla, pues, esta ausencia que me hiere / Y sé Tú aquel refugio que me aloja, / Y Tú, mi sol, la lluvia que me moja / Y el Amor absoluto que no muere”.

Por su parte, Lucrecio Serrano, en el poemario Palabra, con versos bien estructurados y rítmicos (heptasilábico combinado con impares y alejandrinos), se concentra en lo esencial sin descuidar la palpitación de las cosas pequeñas y la brevedad de lo cotidiano en la que descubre a Dios: “Tú has estado en mi casa porque huele a Ti. / Sin Ti mi casa va como un barquito / con deriva, con carga arrepentida”.

Los otros finalistas fueron la también salvadoreña Claudia Lorena Parada Turcios (San Salvador); los españoles Antonio Bocanegra (Cádiz), Fernando Sánchez Mayo (Córdoba) y Miguel Sánchez Robles (Murcia); los colombianos Margarita Galindo Steffens (Barranquilla), Adela Guerrero Collazos (Cali) y Antonio Martín de las Mulas (Medellín); Eliana Cevallos Rojas (Ecuador); Mikenia Vargas (R. Dominicana) y Leandro Calle (Córdoba, Argentina).

El Jurado estuvo conformado por Jesús Fernández Hernández (España), presidente de la Fundación Fernando Rielo; José Mª. López Sevillano (España), crítico literario y secretario permanente del Premio; Loretta Frattale(Italia), profesora de Literatura Española en la Universidad Tor Vergata de Roma; Arnaldo Colasanti (Italia), poeta y crítico literario, y por David G. Murray (EEUU), crítico literario y filólogo.