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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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El millonario avión que EE.UU. nunca llegó a utilizar

Washington DC.-

Avion

La aeronave fue comprada hace siete años en US$ 86 millones, según un informe del Departamente de Justicia estadounidense.

Hace más de siete años, Estados Unidos compró un avión militar para apoyar su lucha antinarcóticos en Afganistán. La inversión fue cuantiosa: el Departamento de Defensa y la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) gastaron más de U$86 millones en la pequeña aeronave, según un informe que publicó este miércoles el Departamento de Justicia. Se trataba del ATR 42- 500 (o ATR 500), que hoy continúa “inoperable” y -según los auditores- “nunca llegó a volar en Afganistán”. La aeronave costaba, en realidad, una décima parte de esa suma, pero las mejoras que aparentemente se necesitaban inflaron la cifra en varios millones más.

El avión permanece almacenado en el estado de Delaware, en la costa este del país y, según la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia, es “poco probable” que alguna vez llegue a volar en Afganistán.

¿Por qué el ATR 42-500 nunca llegó a despegar y por qué costó tantos millones? El avión formaba parte de un programa de la DEA y del Pentágono, Global Discovery, para ayudar a combatir el tráfico ilegal de drogas en Afganistán. Y aunque lograran hacerlo volar ahora, ya sería demasiado tarde, ya que la misión de EE.UU en ese país finalizó en julio de 2015.

Concretamente, el Departamento de Defensa gastó unos US$67,9 millones en la aeronave y en un hangar especial en Kabul, la capital de Afganistán. Esa cifra excedía en más de cuatro veces los costos estimados originalmente. Según la auditoría, los oficiales de aviación de la DEA “no tuvieron en cuenta, cuando adquirieron el ATR 500, el tiempo y el costo que supondría desarrollar una infraestructura de pilotos, mecánicos, entrenadores y repuestos necesarios para operar la aeronave”.

Pero este costoso avión no fue el único gasto absurdo de Estados Unidos en Afganistán. Tal y como denunció en enero de 2016 el Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés), John Sopko, el gobierno destinó cerca de US$800 millones para realizar labores de reconstrucción de la economía de ese país, pero la mayoría de los fondos terminaron en proyectos “ineficaces de una forma enfermiza”. Entre ellos, la importación de nueve cabras italianas para fomentar la producción de la industria de la lana de cachemira, lo cual supuso un gasto de cerca de U$6 millones.

“No sabemos qué pasó con las cabras, porque no hay un registro de nada de lo que ocurrió con este proyecto”, dijo Sopko en su día.