Un asunto de dignidad
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- Categoría: Nacional
- Publicado el Lunes, 31 Octubre 2016 1:20am
Por: José López Zamorano
Para La Red Hispana
Washington DC.-
A dos semanas de las elecciones, todo pareciera indicar que los latinos nos enfilamos a una participación record en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, así como a incrementar nuestro peso político, no sólo en la Cámara de Representantes sino también en el Senado, y a lo largo del país. Más de 27 millones de adultos de origen hispano son elegibles para votar en el actual ciclo electoral, de los cuales más de 16 millones están registrados y unos 13 millones se prevé acudan a las urnas a depositar su voto, de acuerdo con estimaciones de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos (NALEO).
En la Cámara de Representantes nuestro número podría aumentar de 29 legisladores a 36, mientras que en el Senado existe el potencial de pasar de 3 senadores a 5, lo que sería un hito en la historia legislativa de Estados Unidos. Además, se espera un incremento neto de latinos en legislaturas estatales y como funcionarios en gubernaturas.
Si se cumplen las expectativas, seremos testigos el próximo mes de un nuevo capítulo del progreso político de la comunidad latina en los Estados Unidos. Es discutible si el ritmo de avance es suficientemente rápido, pero es innegable que se trata de una trayectoria en la dirección correcta.
Pero las cifras muestran también una realidad preocupante. Más de 11 millones de adultos latinos aún no están registrados para votar, y millones de hispanos Residentes Legales Permanentes (LPR) no han dado el paso crucial hacia la naturalización, que les permitiría gozar de los beneficios plenos que otorgan las leyes a los ciudadanos estadounidenses. Además, los latinos votamos en menores niveles que afro americanos y blancos no hispanos en elecciones presidenciales. Y aún si se materializa la cifra record de más de 13 millones de votos en noviembre, podría tratarse de un descenso proporcional, comparado con nuestra participación en los comicios de 2012 y 2008. Es
verdad que podemos enumerar una larga lista de causas que explican la situación: Seis de cada 10 votantes latinos han sido ignorados por las campañas políticas este año; los maratones de registro de votantes se han centrado en sólo media docena de estados “campos de batalla” y las fundaciones redujeron sus aportaciones para iniciativas de voto. La confluencia de esos y otros problemas significó según expertos que se perdiera una oportunidad histórica para galvanizar a la comunidad latina en torno a la bandera de la participación electoral, como respuesta a las ofensas y humillaciones de uno de los candidatos presidenciales.
Pero aún es tiempo que nuestra comunidad latina nos sorprenda con una asistencia extraordinaria a las urnas el 8 de noviembre, que lo haga en cifras que rebasen todas las expectativas y que deje atrás el eterno debate si el “gigante” de la política sigue dormido. Y es que la responsabilidad final de votar es nuestra, no tenemos que esperar que alguien nos despierte, nos convenza y nos lleve de la mano a votar. Queda en nosotros ejercer nuestro derecho al voto, hacer valer nuestro peso demográfico, y hacer que paguen un costo político los candidatos que esgrimen mentiras, prejuicios e ignorancia y que nos usan como chivos expiatorios de los problemas del país. Es un asunto de dignidad. Nada más y nada menos.
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