Cómo saber si realmente quieres algo para tú vida
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Sábado, 20 Julio 2013 1:27pm
Hace poco me escribió un lector explicándome su situación y preguntándome: “Aida, cómo sé que esto es lo que realmente quiero”. Muy buena pregunta, cómo todas las que me hacéis. Es cierto que algunas personas tienen muy claro lo que quieren (yo misma la mayoría de las veces), pero muchas otras no. Si este es tu caso puede que, al igual que este lector, te preguntes cómo saber si algo es lo que realmente quieres.
Esta pregunta puede referirse a dos cosas distintas: 1. Saber si realmente quieres dedicarte a una cosa en particular. 2. Saber si lo que crees que quieres es de verdad lo que tu quieres (y no lo que los demás te han inducido a querer).
Hace tiempo escribí un artículo sobre qué hacer cuando tienes demasiadas ideas o pasiones, que te puede resultar útil si estás en el primer caso. Si no estás seguro de si realmente quieres dedicarte a algo hay dos cosas que puedes hacer.
Primero, recopilar toda la información que puedas sobre el trabajo en cuestión, incluyendo hablar con personas que ya se dediquen a eso y que te podrán contar lo que de verdad supone dedicarse a eso y lo que necesitas para lograrlo. Y en segundo lugar, el método más efectivo, probarlo. Nada puede superar eso. Hay momentos en que hay que dejar de pensar y ponerse manos a la obra, porque pensar solo te lleva hasta cierto punto. Si ya has llegado a ese punto, pruébalo. Ofrécete como voluntaria, haz un curso de introducción, lo que sea.
Por ejemplo, ¿cómo confirmé yo que me gustaba la ciencia (aunque ya lo sabía, una cosa es lo que crees y otra la realidad)? Buscando un laboratorio donde hacer prácticas gratis e insistiendo para que me cogieran porque no solían coger a alumnos de 3º curso. ¿Cómo supe que me gustaba el coaching? Me apunté a una sesión de introducción y luego hice el curso. Probarlo en pers o n a supera todo los demás y te deja las ideas claras. Así que si hay algo que te despierta curiosidad, que dices “me encantaría hacer eso”, apúntate a un curso y lo compruebas.
Respecto al 2º caso, quizá te pueda parecer chocante no saber distinguir lo que tu quieres de lo que los demás esperan de ti, pero no lo es. Recuerdo a una cliente que me lo decía, “No sé si esto es lo que yo quiero o lo que creo que quiero porque es lo que los demás aprueban.” Una situación complicada. En este caso tienes tan absorbido el agradar a los demás que dejas que las cosas vayan pasando hasta que un día te das cuenta de que ya no puedes más, que no eres feliz y que quieres empezar a hacer lo que de verdad tú quieres.
¿Problema? No sabes lo que quieres. En este caso sí te vendría bien la ayuda de un coach porque es probable que no dejes de darle vueltas a las mismas ideas y te sientas bloqueada. Es importante que hagas un análisis de lo que es importante para ti y que empieces a reconectar contigo misma, con tu intuición, para saber determinar cuándo algo enciende una llamita dentro de ti y cuando no.
Esto a veces es fácil de ver por los que te rodean, si son capaces de detectar el cambio en tu expresión o en tu tono de voz cuando hablas de algo en particular que te hace ilusión de verdad. Esto lo he comprobado con muchas clientas, que al principio suenan agobiadas y cuando hablan de lo que de verdad les gusta se encienden, la voz se eleva, se alegran, se iluminan.
En resumen, si estás considerando hacer algo diferente y no estás segura de si es lo que realmente quieres, infórmate bien y pruébalo. Y tampoco te estreses demasiado obsesionándote con encontrar la profesión perfecta para ti, si lo que haces al final no te gusta, lo cambias (y lo de siempre, ya sé que no es fácil, pero es lo que hay).
Todos tenemos derecho a equivocarnos, a probar y a cambiar de opinión y tú no eres la excepción. Y si lo que quieres es estar segura de hacer lo que tú realmente quieres, no lo que quieren los demás, empieza por descifrar qué es lo que de verdad quieres. No te dejes llevar por lo más cómodo o lo más lógico, párate a pensar y más que a pensar, a sentir; porque a veces pensar demasiado lo complica todo más.