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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
| 6:24 am

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Buscando Lo Perdido

Perdido

Mi yo de ayer vino a visitarme. No fue una visita casual ni tampoco vino a preguntarme qué tal me va. Andaba mosqueado, se presentó de madrugada y sin avisar. Y lo estaba, vaya si lo estaba. Mentiría si dijese que tuvimos una acalorada discusión, más bien se trató de un acalorado monólogo:

“Veo que te haces mayor. Veo que ya no tienes que ir dando explicaciones, que tuviste suerte, que no dependes de nadie. Es más, conseguiste ahorrar un buen dinero y veo que tienes un trabajo estable. Pero, ¿qué fue de ti? Te miro y veo un chaval acomodado, esclavo de la rutina, solitario viendo la vida pasar. E incapaz. Incapaz de recuperar el espíritu que tenía hace 10 años, esas ganas locas de comerse el mundo, de salir ahí fuera y hacerse notar. ¿Qué fue de toda esa energía? Ahora a ese chaval parece que se le quedó grande la vida, ahora es de los que se dedica a ir buscando malos ejemplos que justifiquen sus derrotas, sus miedos, que justifiquen esa apatía que se adueñó de él. Te miro y no te reconozco. Tú antes no eras así. Vale que con los años uno va perdiendo la inocencia, vale que uno tiende a acomodarse, pero tú, tú te dejaste llevar de mala manera. Antes no te conformabas con nada y mírate, tumbado a merced de la corriente que te arrastra hacía ningún lugar. No sé muy bien cuándo ni cómo te paso, si fuiste cambiando gradualmente o si fue de golpe y porrazo, pero a decir verdad todo eso me importa una mierda. Lo que me importa es que te miro y no te veo feliz. Tú antes reías por todo, hoy ríes por compromiso, cuando toca la ocasión. Te noto perdido y me da rabia. Si quieres desperdiciar tu vida, adelante, pero ya deberías saber que en la película que te tocó vivir no hay lugar para segundas partes. Tú decides.”

Después se marchó como si nada y no supe más de él. Quizás por eso estoy aquí sentado, escribiendo a un folio en blanco, empeñado en sacar la rabia después de tanto desencanto. Quizás por eso hoy le escribo, al de la mirada de pillo, al de las rodillas magulladas, a ese crío que soñaba con castillos de arena que se desplomaron después de tantos suspiros. Supongo que es un intento desesperado por recuperar lo perdido.

Aquí puedes leer: Se nos pasa la vida. Echándole un poco de morro, me gustaría pedirte que me ayudarás a llegar a más gente compartiéndolo en tus redes sociales o por Whatssap. Muchísimas gracias por tu ayuda.