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Jueves, 14 de Noviembre del 2024
| 4:22 pm

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El Famoso Portero De La Farmacia

Guardian FarmaciaNo había en el pueblo peor oficio que el de portero de la farmacia. Pero ¿ que otra cosa podría hacer Juan? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenia ninguna otra actividad ni oficio. Un día se hizo cargo de la farmacia un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después cito al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un reporte semanal donde registrara la cantidad de personas que entran día por día y anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio. Juan tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..... - Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceó - pero yo... yo no se leer ni escribir.¡Cuanto lo siento! Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabaje en esto toda mi vida. Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento.

Juan pensó: ¿Que hacer? Recordó que en la farmacia, cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, el, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. Usaría parte del dinero para comprar una caja de herramientas completa.

Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo mas cercano a realizar la compra. Emprendió la marcha. A su regreso, traía una completa caja de herramientas. De inmediato su vecino llamo a la puerta de su casa. Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme. Mire, si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar...

Bueno, -dijo el vecino- pero yo se lo devolvería mañana en dos días. ¿Por que no me lo vende? No, -dijo Juan- yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería esta a dos días de mula. Hagamos un trato - dijo el vecino- Yo le pagaré los dos días de ida y los dos de vuelta, mas el precio del martillo, total usted esta sin trabajar. ¿ Que le parece?.

Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. Así otro vecino le pidió un favor similar y nuevamente Juan emprendió el viaje al pueblo. Juan comenzó a pensar, que podría ser un buen negocio traer herramientas. En el siguiente viaje arriesgó un poco mas del dinero trayendo más herramientas que las que había vendido.

Así muchos pobladores empezaron a hacerle sus encargos a Juan, para evitarse los dos días de viaje. Con el transcurrir del tiempo Juan tuvo que alquilar un galpón y almacenar las herramientas que traía y comercializaba. Luego, puso su propia ferretería y ya los proveedores le envían los productos.

Un día, Juan en un acto público fue condecorado por un donativo que hizo para el pueblo y el alcalde le dijo: Juan, le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela... El honor seria para mí - dijo Juan- ., pero yo no se leer ni escribir. Yo soy analfabeto. ¿Usted? - dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo.

Me pregunto, ¿que hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir? Yo se lo puedo contestar - respondió Juan con calma -. Si yo hubiera sabido leer y escribir... seria portero de la farmacia. Generalmente los cambios son vistos como adversidades. Las adversidades encierran bendiciones. Las crisis están llenas de oportunidades. Cambiar y adaptarse al cambio siempre será la opción más segura.