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Domingo, 24 de Noviembre del 2024
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Don Sterling, depredador sexual

Depredador

El dinero puede ser una bendición como también puede ser un calvario. Para algunos millonarios, como Donald Sterling, sus billetes verdes se convierten en instrumentos “lícitos” para comprar favores sexuales.

Entonces, el problema de Sterling no es simplemente su racismo pronunciado hacia los grupos minoritarios, principalmente a los afroamericanos, sino también es un sexismo incontrolable, enfermizo y despótico.

El trato a las mujeres, por parte de este individuo de 80 años, se ha caracterizado por el desprecio y la explotación. Mientras ha estado haciendo sus “cochinadas” en nombre de la libertad, el gobierno, sus leyes y la sociedad han hecho caso omiso de su conducta bárbara. Debajo de los fajos de billetes, Don Sterling oculta una personalidad perversa y abusiva. Ante los ojos de la sociedad no solicita favores sexuales a cambio de dinero.

Sin embargo, el hecho de regalar a sus amantes carros lujos, dinero y joyas carísimas lo pone casi en el mismo terreno de aquellos que buscan sexo a cambio de dinero. A V. Stiviano, la mujer que gravó sus espeluznantes prejuicios raciales, le regaló un lujoso dúplex de 1.8 millones, $240.000 dólares para sus gastos diarios, un Ferrari, entre otras cosas.

Las andanzas de Sterling con Stiviano no es un caso particular. El año pasado lo vi personalmente con una mujer muy atractiva de ascendencia rusa, con todos los ingredientes de una princesa.

Le compró unas joyas de oro blanco bañado con muchos diamantes en una de las tiendas más predilectas de South Coast Plaza, Costa Mesa. Sterling no es un niño bueno que regala prendas preciosas a mujeres bonitas por caridad o por un espíritu filántropo. Lo que hace es básicamente pagar en especie esos favores sexuales que le ofrecen estas mujeres caza-fortunas o jóvenes inocentes que se dejan engañara por el olor de los dólares.

Una década pasada, Sterling estuvo en las cortes tratando de recuperar una casa que le había regalado a Alexandra Castro, otra de sus muchas amantes. El caso fue resuelto por medio de intermediarios y fuera de la corte. No se sabe la cantidad que le pagó a Castro, lo cierto es que Sterling reconoció que le proporcionó regalos costosos a cambio de sexo. De acuerdo a su punto de vista, Castro era una “basura” y loca de remate.

Hoy, el viejo racista, dueño de mi equipo favorito de basketball, fue penado por la misma institución deportiva que lo premió. Fue vetado de por vida y obtuvo una sanción de dos millones y medio de dólares por sus comentarios racistas contra la población afroamericana. Lo que falta ahora es que las autoridades se pongan las pilas y comiencen a condenar el sexismo empedernido de aquellos millonarios, como Sterling, que generan millones y lo utilizan para explotar a las mujeres.