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Jueves, 14 de Noviembre del 2024
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La mentalidad divorcista también nos ahoga como familia

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Mentalidad Divorcista

Durante muchos años he venido escribiendo sobre los peligros de la familia y últimamente hereflexionado mucho más sobre ello. Para empezar, el mundo no se puede construir bajo una mentalidadque separa por principio. No olvidemos que el ser humano se inicia, y debe desarrollarse como tal, dondese abre a la vida y, en todo momento, arropado por los suyos, por los que le dieron la existencia.

Porsupuesto, uno de los riesgos más graves a los que se expone nuestra época, es el divorcio entre finanzas ymoral, entre lazos y ética. Realmente estamos cosechando tantas precariedades que, a veces la vida,cuesta embellecerse con ella, puesto que son las relaciones con las personas lo que da lucidez a nuestroacontecer diario. En este sentido, hemos injertado al vínculo conyugal la fiebre de lo inseguro, la locuradel odio, lo efímero y lo frágiles que somos. Por desdicha, aún no hemos aprendido a amarnos cuando yaestamos aborreciendo nuestras propias raíces, que están en nuestros predecesores queramos o no, puestoque por ellos hemos venido al mundo.

Por consiguiente, pienso que jamás hay que tener miedo a donarse,a amar con un corazón abierto y comprensivo, a vivir amando. Desde luego, hay que aceptar el reto delamor como algo físico, porque el amor es nuestro sustento, nuestra razón de caminantes, nuestrosentimiento más profundo. El matrimonio, en cambio, es más química. Todos los problemas germinan de un mismo tronco, de una misma raíz; la del miedo, quedesaparece cuando verdaderamente se ama; pero el amor nos da recelo porque nadie se fía de nadie. Bajoesta precariedad de malicias, en ocasiones servidas en bandeja de plata, se constata en todos loscontinentes y en cualquier ambiente social, una cultura que nos repudia como seres humanos.

Sin duda,esta sociedad es más inconsistente que nunca, lo que ha puesto en peligro incluso el esfuerzo educativo.Naturalmente hoy sabemos m á s que en otros tiempos, pero no por ello somos más felices. Esta es laauténtica verdad. ¿Cuántas veces nos quieren convencer de que el divorcio es la única salida a una crisismatrimonial? Es lo propio de esta mundanidad que nos acorrala con su dictamen de absurdas normas. Noimporta una vida compartida. La mentalidad divorcista es tan fuerte que todo se deriva en drama. Condemasiada repetición, los cónyuges se rinden sin luchar por algo que les pertenece, pero es que lasociedad no les deja pensar ni para que luchen, y con las primeras dificultades todo se derrumba en lanada.

Nadie me negará que el divorcio es otro de los negocios actuales, por cierto uno de los másrentables. La desunión la hemos convertido en una decisión jurídica sin más, de pelea de gallos hastamatarse si es preciso. Las modas son así de crueles y tozudas. Lo que es un problema de relación que talvez podría reconstruirse, se destruye sin más, judicializándolo al máximo. Los costes son particularmenteelevados para todos, incluso para la misma sociedad que continúa aborregándose, permitiendopasivamente el desmembramiento de tantas familias. La idea de que la entrega recíproca de los espososhasta la muerte es posible, no interesa a esta sociedad que repela el compromiso, que trivializa con elsexo, que juega con los sentimientos a través de una falsa concepción de la libertad.

Asistimos, además, ala invasión del goce de una independencia atroz, de un individualismo radical, a un desprecio del serhumano en definitiva. Con frecuencia somos piedras que no ablandamos y hasta llegamos a desechar, delpropio corazón, al que un día le dijimos que le amábamos. Es la incoherencia de una tribu alocada,sumida en estilos de modas, de telenovelas que ponen en tela de juicio el valor del vinculo matrimonial,como si fuese cosa de antiguos.

Alguna vez he leído que lo más razonable que se ha dicho sobre elmatrimonio, es que hagas lo que hagas te arrepentirás. Partiendo de estos pensamientos que están ahí, enla propia calle, difícilmente se puede hablar de entrega generosa, fiel y permanente. O se habla, pero nopasan de ser meras palabras sin latido alguno, con lo cual, ante el primer pulso de la vida se hunde elnexo, que un día elegimos libremente y conscientemente.