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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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La palabra AMOR en un mundo de intereses

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Amor

En un mundo en el cual tantas veces se relacionan historias de amor que no son tales, que secultiva la venganza hasta extremos insospechados, que se practica el odio y la violencia más que lareconciliación y la armonía, realmente cuesta divisar la autenticidad de ese amor que mueve todo eluniverso. Los mismos asesores especiales de Naciones Unidas sobre la prevención del genocidio y laresponsabilidad de protegernos, recientemente llamaban a todos los individuos con influencia, incluidoslos líderes políticos y religiosos, a abstenerse de exhortar a la violencia como respuesta a las atrocidadescometidas por grupos terroristas. Con urgencia hemos de retornar al verídico amor; es una cuestiónfundamental para la convivencia y para la vida misma en sí.

Para ello, pienso que debemos comenzar porinterrogarnos a nosotros mismos, sobre lo qué somos y sobre aquello que queremos ser. Muchas personashoy tienen miedo a hacer opciones definitivas, a donarse al amor y también a verse crecer en el amor,junto a los demás. Por desgracia, nos invade la cultura de lo efímero, de lo momentáneo e inestable,obviando que el verdadero gozo radica en esa transcendencia conciliadora y reconciliadora de podercaminar unidos.Nada se entiende sin amor, pero ha de ser verdadero. Tampoco nada se sustenta sin amor, pero hade ser auténtico. Ciertamente, resulta difícil dejarse cautivar por él en un mundo de intereses.

Sea comofuere, a todas luces, vivimos en un mundo de contradicciones. Hoy, prácticamente en todos los paísescelebramos la onomástica del amor en San Valentín (14 de febrero). Sin embargo, el estado de confusiónes tan grande, que ubicamos el amor como un sentimiento tan solo, cuando en realidad es una actitud devida, que nace de la experiencia de vivir. Al fin y al cabo, uno crece según el amor que se dona asimismoy que ofrece por doquier.

Por consiguiente, quien intenta desentenderse de su capacidad de amar sedispone a odiarse de igual forma. Uno ha de reencontrarse, del mismo modo en el amor, para poder serfeliz. Se equivocan aquellos que tienen el corazón endurecido, que no han probado el genuino amor ensus vidas. Es más un amor de obras que de palabras, de sentirse acompañado, incluso por quienes nosodian.

Evidentemente, la grandeza de la humanidad está determinada por esa capacidad de sentirsepróximo con el prójimo que sufre. Si somos incapaces de socorrer a los que soportan el dolor de lasinjusticias, de tener compasión por ellos, hasta el punto de no ayudarles a sobrellevar el sufrimiento, tienebien poco sentido hablar del amor.Hay tanto amor que no es, que el efectivo amor es cada día más escaso. Nos hemos alejado delamor, y nos hemos imbuido de un amor que todo lo confunde e imagina, que no se mueve en otrohorizonte nada más que en el de los beneficios. La persona que en verdad ama está pendiente de todo y detodos, su ritual forma de ser está más en dar que en recibir, en hacer lo posible por perdonar ycomprender.

Lo decía Gandhi: "el amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nuncase venga". Y, ciertamente, servir por amor a la verdad y a la justicia, convertirse en una persona que amarealmente, es una acto de mucho valor, pero también de grandes esperanzas. Son las pruebas de amor lasque inspiran las más honestas hazañas. Donde reina el amor sobran tantas cosas, hasta las mismaslegislaciones y también cualquier conmemoración. Día a día hemos de amar sin medida, y ha de costarnosamar. Porque el verídico amor no se encuentra hecho, tampoco se compra con una rosa, hay que realizarlocada uno consigo mismo, trabajarlo a destajo, beberlo a corazón abierto y convidar a los semejantes, nopara que se entretengan, sino para que se sumen a esta pasión que, por otra parte, tampoco se puedeocultar, pero que imprime el regocijo de vivir con fundamento.