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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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¡El futuro está con el ser humano!

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 Dia de la Mujer

A veces pienso que es la hora del ser humano y que debería haber una mayor protección jurídicade la persona, por parte de la comunidad internacional, fuese mujer u hombre. Son tantas las promesasincumplidas que deberíamos pasar a la acción. Por una parte, la marginación social es tan acusada y estátan extendida, que hasta las piedras con ser piedras, en ocasiones son más blandas que el corazón de lasgentes. El valor de la compasión y de la ternura se ha devaluado cantidad, hasta el extremo que resultamuy difícil integrar colectivos, que el propio sistema mundano excluye, y ya no digamos propiciar laequidad de género, o aliviar la pobreza de la multitud de seres indefensos.

Por otra parte, el aluvión deviolencias nos desborda, con una gran incidencia en la vida de los desamparados (mujeres, niños,personas mayores…), que a menudo sufren más intensamente los efectos de las carencias de medios. Aesto hay que añadir, la poca o nula participación, de estas personas desabrigadas, en las responsabilidadesy beneficios del desarrollo de la propia especie humana. Además, también tenemos otra asignaturapendiente, el hecho de la complementariedad de la mujer y del hombre, que no pasa de ser un meroobjetivo, a pesar de haber surgido al final del siglo XIX, en el mundo industrializado, el Día Internacionalde la Mujer (8 de marzo), como lucha en beneficio de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. Atodos estos desajustes, hay que añadirle la nula política familiar, con remuneraciones del trabajoinsuficientes en muchos casos, para fundar y mantener vínculos estables.

La integración social en un mundo global no puede demorarse. Algo evidente. La sociedad, en su conjunto, debería implementar oportunas medidas legislativas y de seguridad social, hacia esos colectivosmás vulnerables. Desde luego, son de desear políticas más directas y de cooperación a la vez. Quizásdebamos exigir, incluso a los medios de comunicación, establecer y observar normas éticas de conductapara promover la dignidad del ser humano como tal. Ya está bien de imponer ideologías en lo que es algoinnato con la especie, como ha de ser el nivel de la decencia por encima del nivel del miedo. Pordesgracia, la coacción se ha adueñado de multitud de ciudadanos que no pueden ni respirar. Han dejadode ser ellos, para convertirse en un producto sin alma; o bien de desecho, o bien de interés. Se confunde lahumanidad acostumbrándose a digerir los crímenes contra la dignidad humana como algo normal, cuandodebiera ser lo más horrendo de los infortunios. No se puede morir arrodillado cada día, uno tiene quepoder vivir de pie por si mismo, hacerse valer y ser el mayor valor del orbe.

Si la mujer o el hombre noestán dispuestos a que se respete su exclusiva existencia, ¿dónde está su grandeza? Sin duda, el serhumano necesita un cambio; pero, de igual modo, el linaje requiere de otra mentalidad más aperturista ala diversidad. Podemos lograrlo, pero únicamente entre todos. Sin exclusiones. Ciertamente, el mundonecesita la igualdad plena para que la humanidad avance. Ya lo sabemos. Ahora es menester asimilarlo entodas las culturas para universalizarlo. El ejercicio es fundamental, al menos para que todos los sereshumanos puedan vivir con plenitud sin tener que arriesgar, o vender, su específica existencia. Mi apuesta, por tanto, es bien clara. Hemos de retornar al ser humano, más que como ciudadano,que también, como persona dotada de algo más que un estado físico que nos trasciende, ya que todosllevamos consigo una innata capacidad de distinguir el bien del mal, la vulgaridad de la elegancia, losbuenos modos de los nefastos modales.

Por desgracia, el ser humano corre el riesgo de ser reducido a unmero engranaje de las finanzas, a un ser sin criterio, adoctrinado para el consumo, sin otro miramientoque su utilidad. Así se descartan tantas personas con enfermedades terminales, se desprecian ancianosabandonados, se arrinconan niños utilizados para morir o se asesinan antes de nacer. Esta crueldad,creciente y progresiva, debiera hacernos recapacitar para tomar conciencia de lo que representa un serhumano en nuestra propia historia como especie. Naturalmente, no podemos permanecer insensibles anterealidades necias y absurdas, gestadas en parte por una mala comprensión de los derechos humanos, delos derechos inalienables de todo mortal que han de ser respetados siempre, puesto que nadie puede serprivado arbitrariamente de los mismos y, menos aún, en pro de intereses económicos.