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Lunes, 23 de Diciembre del 2024
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¡La poesía como alimento anímico!

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Poesia

La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía, onomástica aprobadapor la UNESCO en la sesión que se celebró en París en 1999, no sólo me parece una acertada idea, sinoque también es una necesidad para la propia subsistencia de la especie. Si importante es alimentar elcuerpo, aún más vital es alentar el alma, poder convivir con diversos corazones, y, de esta manera, embellecernos al menos espiritualmente para sentirnos bien con nosotros mismos. Vivimos tiempos deindiferencia e imposiciones, de dejar hacer, hasta el punto de permitir que piensen por nosotros, deacomodarnos a las circunstancias más absurdas; que, por cierto, distan mucho de ese manjar sabroso paranuestro interior como es el de reconocerse en la verdad.

Todo este cúmulo de fingimientos, hipocresías,dobleces y ocultaciones, a mi juicio, es lo que nos viene impidiendo disfrutar de lo armónico. Ciertamente, andamos saturados por la fiebre de placeres que nos impiden calmarnos y, así,poder disfrutar de la autenticidad del verso y la palabra, del corazón y de la vida, de nuestros propiossemejantes. Hemos edificado tantos poemas falsos que, la misma sociedad humana, camina hambrientade estética, sin valorar el ardiente deseo de perfección que rueda por el universo. De ahí, la importanciade la poesía para andar con otro aliento, para sentir de otra forma el místico árbol de nuestras raíces, paracrecernos y recrearnos con las cosas más tiernas y humildes, para ser de otra modo, quizás mássentimiento que negocio, o tal vez más melodía que hostilidad.

Sea como fuere, debemos reencontrarnospara refundirnos en la unidad. Sólo así es posible anidar un ensueño regenerador. Sabemos que hasta elmismo sueño se desvanece; sin embargo, la vida se vuelve más interesante si no dejamos de soñar. Evidente. Tenemos que interesarnos más por nuestra propia existencia. No sabemos otra cosaque alborotar, que entrar en contiendas, que batallar como fieras al dictado del poder mundano.

Noobstante, tenemos que llegar a la poesía, a ser de la poesía, a vivir en la eternidad de la poesía, a ser máscorazón en definitiva. Ese es el punto de confluencia de todas la culturas, la de unir voces y sintoníasverdaderas. Sin duda, nuestra exclusiva historia se verifica en el verso, algo que nos trasciende, y a la vez,nos trasporta a un orbe de gozos, adquiriendo un sentido más etéreo que humano. La inagotable mina debienes cósmicos que nos abrazan han de volvernos más reflexivos, más inauditos, más practicantes debondad en suma.

No hacer el bien es un mal muy grande, pero lo es contra nosotros mismos; en cambio, si buscamos el bien de nuestros análogos hallaremos el nuestro propio. Estamos encadenados unos a otrosy, como en el poema, cada verso es distinto, pero todos son necesarios y han de confluir en armonía, parallegar a la inspiración perfecta.Por eso, la poesía es una herramienta de fraternización, de diálogo y de acercamiento, demediación y de meditación, de soledad compartida y de silencios vividos, de expresión penetrante delespíritu humano, lo que contribuye a hermanarnos mucho más y a entendernos mejor. La apuesta por lalírica es un envite a las capacidades creativas del ser humano, a sus latidos, a sus genuinos pulsos y a suslegítimas pausas.

No entiendo esa ciudadanía que camina desconsolada, sin acercarse a tomar aliento, arespirar profundo y a beber de los horizontes el anhelo de sentirse poesía para el cosmos. Permanecerinsensible ante tanta belleza es propio de los inhumanos. Indudablemente, el planeta que habitamosnecesita de los poetas, de esos corazones verídicos, para sentirse alguien en un mundo que tantas vecesnos hace sentir nada. Desde luego, precisamos calentar el alma ante tanta exclusión, iluminar nuestrocamino, encender nuestra pasión por la verdad, que no es otra que la poesía que todos llevamos dentro.Existimos y cohabitamos en el verso y la palabra, con eso queda dicho todo. Pertenecemos a laesencia de las cosas y vamos en busca de la cima más anímica. Hay que proclamarlo a los cuatro vientos.

Seguramente deberíamos ser poetas a tiempo completo, pero esta mundanidad nos deja sin tiempo, nosacosa y nos ahoga con un sin fin de tareas inútiles, donde se avivan los egoísmos, las envidas, lassinrazones, que nos llenan el alma de amargura. En este sentido, dejarse cultivar por la poesía significa nosolamente apartarse de lo mediocre y del engaño, sino evitar también aquellos movimientos que nosdesajustan y nos apartan de la belleza.