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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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Entre las torturas y las cadenas

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Entre las torturas

A veces tengo la sensación de que somos una especie atormentada; puesto que nos movemosentre la congoja de un porvenir que no solemos alcanzar, a través de un pasado que nos encadena cuandomenos como linaje y, en demasiadas ocasiones, con un cúmulo de despropósitos. Y, aunque la prohibiciónde la tortura es absoluta en todo el mundo, lo cierto es que cada día son más los que huyen de la violenciay la persecución. En efecto, son muchos los seres humanos que precisan recuperarse y recobrar sudignidad, poder ser ellos mismos, sin más cadena que el tronco que nos encadena como ciudadanos delmundo.

Por supuesto, la cautividad de dolor y sufrimiento no cesa en ninguna parte del planeta, sobretodo en el contexto de los continuos y permanentes conflictos armados. La proliferación de crisishumanitarias, extendidas como jamás, debe hacernos reflexionar. Por tanto, sería saludable que,coincidiendo con el Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la tortura (26de junio), la familia humana prestase una más efectiva asistencia psicosocial a todos los colectivostorturados y, de este modo, lograr que todos los países otorguen reparación a sus martirizados, pues,aunque existe un marco jurídico amplio para la lucha contra todo tipo de torturas, no siempre estáasegurada la protección, y aún menos, la asistencia al torturado.

Por otra parte, tan importante como permanecer activos en el auxilio, es no ser ciegos para poderalzar la voz ante el aluvión de actos de tortura. De un tiempo a esta parte, hemos de reconocer que lainhumanidad nos ha degradado como sujetos pensantes a límites insospechados. La deshumanización, deno cesar este diluvio de prácticas crueles, será generalizada en los próximos años. Por eso es de esperar que se retomen, con urgencia, diálogos serenos y sinceros para que las convenciones no pierdan sucátedra de autoridad, y se pueda fomentar el consenso de toda la comunidad internacional, ante laprotección efectiva de los valores esencialmente humanos de la ciudadanía.

En este sentido, nos alegraque la Asamblea General de Naciones Unidas acabe de adoptar una resolución que declara el diecinuevede junio como Día Internacional para la eliminación de la tortura de violencia sexual en los conflictos,con la intención de generar conciencia al abordar este flagelo. En consecuencia, es un acto meritorio quela Misión de Argentina ante Naciones Unidas patrocinase tan importante resolución, porque sin duda seestá contribuyendo a cimentar una cultura cuando menos de sosiego.

A propósito de esto, CristinaPerceval, embajadora de ese país ante la ONU, ha puesto el acento en buscar soluciones concretas paramiles y miles de seres humanos, mayoritariamente mujeres, niñas y niños, víctimas del odio y laintolerancia, de la crueldad de distintas formas de violencia, en esta ocasión de la violencia sexualutilizada en conflicto como arma de guerra para humillar, dominar, someter y degradar nuestra humanadignidad. Ojalá sus palabras nos hagan meditar.

A mi juicio, el ser humano no se da cuenta de cuántopuede hacer, más que cuando realiza propósitos, delibera, imagina y proyecta que otro mundo es posible. Realmente son tantas, y tan persistentes, las cadenas que nos torturan hasta destruirnos, que elvalor del ser humano apenas vale nada en los circuitos del poder corrupto. De ahí, que reintegrarse a lavida cotidiana después de sufrir torturas de todo tipo sea cada vez más complicado y, subsiguientemente, nunca podrán justificarse este tipo de penas sanguinarias, feroces, independientemente del modo en quese manifiesten o produzcan.

El ser humano es único, irrepetible, singular por sí mismo, y como tal, hemosde eliminar esta repugnante lacra de prácticas deshumanizadoras. Realmente nos llama la atención ladebilidad de la reacción política internacional ante este abundante caudal de torturas que nos asalta.