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Viernes, 15 de Noviembre del 2024
| 12:47 am

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Una actitud de cercanía es lo que nos falta a todos

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Actitud

Tenemos que advertirnos cercanos de corazón. Realmente hemos acortado las distancias, pero nohemos aminorado aquello que nos separa como especie. A mi juicio, hasta ahora cultivamos más unaactitud excluyente que un talante inclusivo. Lo cierto es que para todo necesitamos sentirnos piña; tanpróximos como tiernos, tan del camino como caminantes, tan de la multitud como de uno mismo endefinitiva. Esto se injerta exclusivamente desde el amor, que se manifiesta más en obras que en palabras,más en dar que en recibir, más en donarse que en separarse.

Por desgracia, ¡cuántos análogos nuestrosviven con gran sufrimiento nuestro rechazo!. Hemos perdido la ternura y, lo que es peor, la capacidad decomprender para poder aproximarnos unos a otros, en cambio hemos ganado riadas de hechos violentos.Téngase en cuenta que para una persona no violenta, como decía Gandhi, todo el mundo es su familia. Enconsecuencia, pido el destierro de toda violencia antes de que todo el mundo acabe violentado por lanecedad. Cuidado, que esto también se contagia. Por eso, está muy bien que ahora se proponga garantizar una educación equitativa y de calidadpor un lado, y promover el crecimiento económico y el trabajo decente por el otro, para todos, pero hacefalta además, que la marginalidad se destierre de los ojos del alma de toda la ciudadanía.

En este sentido,es necesario contraponerse a los intereses económicos egoístas de unos privilegiados y a la lógica delpoder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial. Precisamente, Naciones Unidas,acaba de estimar que cerca de setenta y cinco millones de jóvenes están desempleados a nivel mundial, lamayoría de los cuales viven en países en desarrollo, sin realizar labor alguna, como si ya fueran productosde abandono y desecho. ¡Qué poco valemos los seres humanos para algunos!. La Organización Mundialdel Trabajo añade, asimismo, que si bien ciento veinticinco millones de jóvenes, es decir, uno de cadacinco que están trabajando, viven con menos de un dólar al día. En vista de este problema, la humanidad através de sus organismos internacionales, tiene que invertir mucho más en actitudes solidarias, para quepodamos construir un futuro más de todos y menos de nadie. O sea, más justo en suma, sin tantasdesigualdades.

Ahora bien, justicia sin compasión también es un signo de crueldad que nos aleja. Cuántoslideres hoy en día hablan muy bien, pero no se les entiende, porque se encuentran alejados del pueblo, lesfalta sufrir con ese pueblo, al que dicen defender y representar, las contrariedades del camino; y les sobra,sin embargo, dialéctica. Es esa cercanía auténtica, la que se siente y se sufre desde dentro, la que siembrade coraje y esperanza a la ciudadanía en su conjunto. No hay mejor actitud de vecindad que ver a los sereshumanos de servicio continuo, sin otra reserva que no poder estar en dos sitios a la vez. Esta ha de ser unaactitud humana por naturaleza, y como tal hemos de cultivarla a jornada completa, lo que va a significarcomprender y valorar las riquezas de nuestro semejante.

A propósito, nunca me cansaré de repetir: Elaislamiento jamás, la exclusión nunca; la cercanía siempre, la inclusión en todo momento. Esta es lareceta de una cultura de proximidad que el planeta necesita, con urgencia, y como el aire que respiramos.Indudablemente, el mundo tiene que sentirse cercano en sí mismo, con una ciudadanía diversa,pero unida. Sólo mediante el diálogo y el compromiso ciudadano, se puede mejorar la convivencia yatesorar anhelos, sin tantas fragmentaciones absurdas.