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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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Un mundo de caminantes y caminos de peregrinos con alma

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Caminantes

La concepción del ser humano como un trotamundos es algo frecuente en todos los moradores delas diversas culturas. Somos peregrinos en una tierra de nadie, conquistada por algunos para sí, pero queno es suya. Europa misma se ha hallado alrededor de la memoria del apóstol gallego, en Santiago, a travésde las diversas rutas europeístas. En su tiempo, ya Goethe apuntó, que la conciencia de Europa habíanacido peregrinando.

Personalmente, estoy convencido de que la peregrinación a Santiago deCompostela, fue uno de los elementos que favorecieron la comprensión mutua entre seres humanosvenidos de todas partes, a una ciudad que destaca por ser un importante núcleo de caminantes y caminos,junto con Jerusalén y Roma, al señalar la tradición de que allí se dio sepultura al citado predicador. Noolvidemos que la historia de la formación de las naciones europeas camina a la par y coincidente con lapenetración del culto. Lo mismo sucede en otros continentes, a pesar de las crisis espirituales, lareligiosidad del ser humano es tan fuerte que permanece unida a ese origen común.

Sabemos como elpoeta y prosista español Machado, que el camino no está hecho, que lo tenemos que realizar cada cualconsigo mismo, porque evidentemente "se hace camino al andar". Además nadie puede realizar el caminopor nosotros; y es, en cada uno de nosotros, donde se halla la eternidad del mundo, el pasado y elporvenir. Ciertamente, nuestra existencia es un camino interior, que es el que nos otorga alegrías ytristezas, como cualquier sendero de la faz de la tierra. Mientras por un lado, hay una ciudadanía que todolo derrocha, por mero afán de consumir, otra ciudadanía se muere en la desesperación de no tener nadaque llevarse a la boca. Cohabita, de este modo, una deshumanización total que a todos nos está volviendoinfelices.

Omitimos que somos algo más que materia, que portamos una dimensión espiritual que noshace reencontrarnos en el camino como seres humanos; y es, precisamente, ese encuentro con la creacióny con el peregrinaje del alma en su conjunto, lo que nos hace descubrir el verdadero sentido de la vida.Naturalmente, y aunque cada ser humano tiene que inventarse su propio camino, hemos de ser una granfamilia, donde todos los componentes se ayuden y se sostengan entre sí. Este es el gran objetivo de loscaminantes, que no van a ningún sitio y están en todas partes auxiliando; que no indican camino alguno yfrecuentan todos, con el único deseo de ser humildes para abrirse a los demás.

Sin duda, tenemos quedejar que cada ser se ingenie su específico camino, pero también hemos de estar a su mano, porqueindividualmente somos frágiles y todos tenemos límites.Por desgracia, en este mundo de caminantes y caminos; de peregrinos con alma, nada es lo queparece. Junto a una galopante deshumanización, las divisiones son tan graves, que todo se hadesnaturalizado y desmembrado. Por consiguiente, el ser humano tiene que retornar a los valores de suinnato espíritu, volver a ser la autenticidad del camino si en verdad quiere reencontrarse y entenderseconsigo y con los suyos, beber de sus orígenes, revivir aquellos valores que hicieron humana su historia yengrandecieron a la especie.

No perdamos más tiempo. El mundo es uno y único. Los caminantes y loscaminos diversos, pero no levantemos murallas de egoísmo, dejemos libremente fluir las almas con suintelecto, porque tan necesario como desarrollar políticas eficaces contra el hambre, es también larenovación espiritual y humana del mundo.