El impulso compasivo del ser humano
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Sábado, 5 Septiembre 2015 1:49pm
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Se dice que el coraje vale cuando la realidad, o sea la única verdad, lo toma de la mano. Ciertamente, toda la actividad humana germina de una motivación, del deseo o el impulso. Sabido es queel ser humano, por su propia naturaleza, es un ser racional, que actúa en virtud de un estímulo propio,acorde con su naturaleza de sujeto pensante. Por eso, lo que necesitamos especialmente en estos tiemposson testigos creíbles que, con sus vidas y también con las palabras, hagan visible sus honestas acciones, almenos para despertarnos la atracción por nuestros análogos.
Sin duda, la ciudadanía tiene que realzarsemás allá de su valentía, despojándose de cosas inútiles y compartiendo más, borrando cualquier promesafalsa, que lo único que fomenta es la simulación, lo que impide recobrar la ternura humana hacia todacriatura. No olvidemos que si importante es encontrarnos nosotros, fundamental es reencontrarnos con losdemás, salir de esta atmósfera de apatía, que lo único que conlleva es desconsuelo y desengaño. Pordesgracia, cada día morimos un poco en la desconfianza, y esto no es bueno para nadie. Allá donde norespira la esperanza, los corazones se sofocan y, más pronto que tarde, mueren.
Bajo este estúpidocontexto quisiera destacar la compasión de todo individuo por su análogo, como celeste predecesora de lajusticia, pues se identifica con el sufrimiento de cualquier persona, y que podía ser yo mismo. Indudablemente, el auxilio que alientan desde instituciones y organismos a multitud deasociaciones públicas o privadas, el impulso compasivo del ser humano para sí y los suyos, se ha hechoimprescindible en el acontecer de nuestras existencias. Cualquier empresa solidaria, cuyo objetivo seamejorar la condición de las personas, merece el mayor de los elogios.
Está bien, por ello, celebrar laconmemoración del Día Internacional de la Beneficencia (5 de septiembre), y haber tomado comoreferencia el aniversario de la muerte de la Madre Teresa, cuya trayectoria y coherencia evangélica afavor de los más pobres entre los pobres, ha constituido un enorme manantial de inspira- ción. Desde luego,todo un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de generosidad, ya que no sólo supoentrar en el mundo de los excluidos, también sufrió con ellos las penurias de sus vidas. Esta gran mujer denuestra época, pasó por la vida amando a corazón abierto, siempre con los brazos receptivos y el almadispuesta a sonreír. Nos legó un camino no sólo para andarlo, sino también para volvernos hacia nosotrosmismos y reflexionar sobre nuestros andares. Con razón dejaba embelesados a todos, fueran creyentes ono lo fueran. Su fuerza para enfrentar los muchos desafíos diarios, germinaba de la sencillez, cultivada enel campo del amor y cautivada por la fascinación de una vida muy por encima de la mentalidad mundana.
En un momento en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, corremos el riesgo de caer enla rutina, de tener una vida sin ilusión, sin ese aliento que nos injerta de gozos, y que es, como decía estaMadre de nervio caritativo, el deber de "no permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirsemejor y más feliz". Realmente, vivimos en una sociedad despreciativa del ser humano que no es alguien,en una cultura de la superficialidad, incapaz de ahondar en el verdadero espíritu del individuo, que nosllama a un estilo de vida más enternecido con nuestra propia especie. Por otra parte, como decía el célebreescritor francés, Albert Camus: "¡Quién necesita piedad, sino aquellos que no tienen compasión denadie!". Qué crueldad la de aquel que no sabe, o no quiere, acompañar en el momento de la necesidad asus propias raíces.
Precisamente, los problemas fronterizos surgen por esa falta de mano tendida, que noentiende de acogida y mucho menos de asistencia humanitaria. El mundo debería sentirse horrorizado porla pérdida de vidas migrantes, por la desolación en la que viven muchos ciudadanos, por la avaricia dealgunos líderes y la lucha por el poder que amenaza con socavar la armonía de muchos países. Son tantaslas miserias humanas, y algunas tan urgentes, como la de los pobres que no tienen lo necesario ni parapoder vivir, que debiéramos anteponer sus necesidades a las nuestras, puesto que nuestro llanto muchasveces es un llanto caprichoso, únicamente porque nos gustaría tener más. Lo significativo es sabercolocarnos a la altura de los que nada tienen y saber llorar con ellos.