Recobrar la quietud en un mundo convulso
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Sábado, 23 Enero 2016 12:11pm
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El panorama del mundo contemporáneo es más bien desolador, ya que la sensación de amenazate la encuentras en cualquier esquina del camino. Realmente, sí que es inquietante esta atmósfera, dondecohabita tanto mal físico y moral, que nos engancha en contradicciones, hasta llegarnos a impedir sernosotros mismos. Tal desasosiego es advertido no sólo por quienes son arrinconados u oprimidos, sinotambién por quienes disfrutan de los privilegios de la riqueza, del progreso, del poder. También nos faltacompasión en nuestros pulsos interiores, por eso tantas veces pensamos mal, juzgamos mal y hasta nosqueremos mal, en parte por nuestros afanes egoístas.
Deberíamos propiciar, empezando por nuestro yointerior, otro clima menos tenso, siendo fieles cada cual consigo. La misma lealtad tiene un latir sosegado. Téngase en cuenta que la oscuridad como la luz nos envuelve a todos, pero mientras unos la sobrellevancon un corazón tranquilo, otros levantan una barricada de nerviosismo que lo destruye todo. ¿Quién estáen la buena sintonía? Quizás ninguno, porque nos ensimisma amarnos sin rivales. Todo el mundo buscacon orgullo algo para sí, además con fuertes dosis de resentimiento en la mayoría de las veces, lo quedificulta el camino de la tranquilidad.Qué distinto sería todo, si en verdad nos acompañásemos, y fuéramos coherentes con nuestrodecir.
A mi juicio, esta generación es la generación de la incoherencia, de la deshumanización, de loslabios de la mentira y de los lenguajes de lo superfluo. Decimos ningún trabajador sin derechos, ningunapersona sin la dignidad que da el trabajo, y como declaró recientemente el Director General de la OIT,Guy Ryder: “Muchos trabajadores y trabajadoras tienen que aceptar empleos mal remunerados, tanto enlas economías emergentes como en las de desarrollo y, cada vez más, en los contornos desarrollados. Apesar de la disminución del número de desempleados, e n algu- nos países de la Unión Europea y enEstados Unidos, demasiadas personas aún no tienen trabajo. Es necesario emprender una acción urgentepara estimular las oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen lastensiones sociales”.
Indudablemente, la escalada de tiranteces entre unos y otros no puede considerarsecomo algo normal, resignándonos a vivir bajo la amenaza de tantas precariedades y violencias. Igual nosacontece con el desesperado conformismo de la corrupción incurable de la humana naturaleza; de ningunamanera podemos encogernos de hombros.Todo este cúmulo de inquietudes nos impide acercarnos, máxime en una época en la que no sefavorece la escucha, y con las prisas del desconsuelo también nos frenan la quietud meditativa, junto alarte de la consideración hacia todo ser humano. Resulta alarmante que la población civil se hayaconvertido en víctima deliberada en muchos escenarios de conflicto y que los ataques a hospitales ycentros de salud se hayan convertido en objetivo preferente, ante la impunidad de gobiernos y lapasividad actuante, en ocasiones, de la comunidad internacional.
A mi entender, si en verdad queremosrecobrar la quietud, para que este mundo deje de ser tan convulso, deberíamos rechazar con firmeza unamentalidad fundada en la sospecha, en la confrontación y la rivalidad, y promover, en cambio, una culturamodelada por las enseñanzas del acercamiento y los más nobles valores tradicionales de los pueblos en suunidad. Y en cualquier caso, estimo que hay que fortalecer el papel del sistema de las Naciones Unidaspara que, de este modo, también se asegure el respeto a los derechos humanos de todos y el estado dederecho, como base fundamental de la lucha contra este ambiente de tensión, injertado a veces con lasiembra del terror. Ya está bien de tanto desprecio hacia la vida humana, un auténtico calvario que lahumanidad no puede soportar por mucho tiempo; pues, si el mantenimiento de la paz comienza, comodijo Dalai Lama, con la autosatisfacción de cada individuo, el sustento de la quietud se inicia también, ami modo de ver, por la voluntad de lograrla.