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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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Por la falta de ética de las responsabilidades

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Codigo de etica

Cuando un país se ha vuelto incapaz de gobernarse a sí mismo, quizás por no poner en valor laética de las responsabilidades, sólo cabe la reflexión de todos para poder cambiar de actitudes. En sutiempo ya invitaba Confucio (551 AC-478 AC, Filósofo chino), a reconducir al Estado como se conduce ala familia, con autoridad, competencia y buen ejemplo. Lo que sucede es que para ello, hace falta pasar delas buenas intenciones, de la palabrería fácil a los hechos, para los que se necesita mucha capacidad deservicio, de entrega generosa y una fuerte ración de humildad. No olvidemos que la política, como poéticade gobierno, es una de las formas más altas de entrega, porque es servir pacientemente al bien colectivo,sin exclusiones ni etiquetas.

Por ello, también la ciudadanía en su conjunto, no puede lavarse las manos ycada ciudadano debe hacer algo, en la medida de sus posibilidades, para favorecer la comprensión y elentendimiento social. En consecuencia, pienso que los que gobiernan han de hacerlo con menos tácticaspartidistas, con más respeto y fidelidad a la ciudadanía que representan; mientras, los gobernados, debenpropiciar la participación y la colaboración requerida. Evidentemente, cada cual tenemos nuestra parcela de asistencia para que los organismos no seresientan.

En relación a este auxilio y, a pesar de la dificultosa situación política española, hemos dereconocer que el Rey como Jefe del Estado ha seguido, al menos hasta ahora, una exquisita neutralidadconstitucional, pues con gran ejemplaridad viene arbitrando y moderando el funcionamiento regular delas instituciones. Subrayo, no obstante, lo de deplorable realidad política española, ya que mientras que laciudadanía ha pedido con sus votos una forma nueva de gobierno, mediante diálogo y consenso, resultaque nuestros gobernantes no saben o no quieren dialogar para consensuar posturas. Algo tremendo en unademocracia.

Estos nuevos líderes sociales, aparte de omitir la ética de las responsabilidades en su hoja deruta de servicio social, parece que tienen más interés por el poder que por servir a la ciudadanía. A mijuicio les falta perspectiva de Estado. Debieran volver a lo que fue la ejemplaridad de la transiciónespañola. De lo contrario, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Desde luego, yo estoy a favor deque la fuerza más votada, aunque no tenga los apoyos suficientes, ejerza su responsabilidad constitucionalde someterse a la votación de investidura.

En todo caso, no se puede retroceder, hay que avanzar siemprehacia la gobernabilidad, tendiendo puentes por difíciles que nos parezcan. El dialogo, cuando se sustenta en sólidos principios éticos, sin duda facilita la resolución y elacercamiento de unos y otros. Por lo cual, los que ejercen el poder no lo hacen como cosa propia, sinocomo mandato constitucional, lo que exige también escuchar mucho. Sin embargo, como decía Platón (427 AC-347 AC, Filósofo griego), allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buengobierno ni reinará la concordia.

Naturalmente, tiene bien poco sentido mostrar actitudes prepotentescuando todos hemos de marchar por el mismo camino, el de garantizar la convivencia democrática dentrode la Constitución, que nos hemos trazado en el 78 todos los españoles, consolidando de este modo un Estado de Derecho que asegura el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Es verdad queesto no significa que hemos de estar plenamente de acuerdo en todo, si así fuera puedo asegurar quealguno piensa por ambos, lo que es menester portar altura de miras, en favor de la búsqueda deentendimientos, para facilitar gobiernos que gobiernen para toda la ciudadanía en su conjunto; y, sobretodo, para conseguir que se injerte confianza a sus electores, a los inversores y a la misma UniónEuropea. No olvidemos que somos europeístas, queramos o no, y este nefasto clima de inestabilidadpolítica lo único que fomenta es incertidumbre, con el consabido incremento de la prima de riesgoespañola y otras regresiones inversoras.