La fortaleza como diario de vida
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Domingo, 6 Marzo 2016 12:43am
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Hoy, cuando todo el mundo camina saturado de noticias tremebundas, de imágenes que nosdejan sin nervio, quizás sientan como yo la necesidad de salir de esta espiral de horror y de impotencia, ypiensen en cómo fortalecer el corazón, sin caer en la pasividad del egoísmo o en la indiferencia de ladesgana. Es evidente que no podemos, ni tampoco debemos, dejarnos vencer por la carga. Siempre haymimbres para salir de los reveses.
No olvidemos que la fortaleza es un signo de humanidad; y, como tal,hemos de activarla siempre, cuando menos para poder convivir, para poder hermanarnos en definitiva. Por muy grande que sea el desconsuelo, cuando los latidos humanos suman, todo se hace más llevadero. Al fin y al cabo, nuestra existencia es más interior que exterior, más del alma y de los sentimientos, másde nuestro propio pulso, que es lo que en realidad nos mata, si lo dejamos en la frialdad de un puntomuerto. Convendría, naturalmente, buscar más tiempo para mostrar interés por nuestro análogo, pues enverdad, esto es lo que nos hace verdaderamente ser más fuertes.
Sabemos todos que el hambre en elmundo cohabita porque en otros sitios, sobre todo en el orbe de los privilegiados, se derrocha ydesperdicia. Con otro espíritu más humanitario, todos estaríamos más saciados, porque también el hambreespiritual, ocasionada en ese otro espacio de envidias y rencores, nos está dejando una traza dealteraciones de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, que nos dejan sin aliento. Y ya no séque será peor, si vivir sin nada que llevarse a la boca, o morir sin soplo porque nadie nos alarga su manopara que podamos respirar.
En cualquier caso, los humanos deberíamos considerar aquellas palabras deHermann Hesse, escritor suizo de origen alemán, en el que nos hacía saber algo tan verídico como real,que “lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que laviolencia”, pues, en efecto, el amor que lo es de alma, es la única fuerza y la única verdad que nos ponealas y, además, nos robustece. Estimo, en consecuencia, que la fortaleza ha de ser un diario en nuestras vidas, en nuestroquehacer cotidiano, y no sólo en algunas ocasiones o situaciones especiales.
Desde luego, merece la penaentusiasmarse por una existencia más humana y no caer en el desaliento. Posiblemente más que nunca, precisemos corazones unidos para trabajar al unísono; y, de este modo, poder hacer frente a los retos yamenazas a la paz, el desarrollo y la seguridad internacionales. El cambio climático, la violenciaextremista, la pobreza y el sufrimiento de los refugiados son problemas que sólo podrán resolversemediante la fortaleza que da la unidad de la especie.
O sea, un corazón humano fusionado por todos loscorazones humanos. Sólo así podremos sentirnos liberados de las incertidumbres y de todos los temoresque hoy nos acechan en un universo globalizado, pero no hermanado, que es donde radica la verdaderafortaleza de nuestro linaje. De lo contrario, es destruirnos en la arrogancia, desprecio o desdén, cuandotodos somos necesarios y precisos.
Son muchas las debilidades humanas, pero también la fortaleza se halla en todo ser, dispuestosiempre a afrontar los peligros, a soportar las adversidades, sobre todo cuando se tratan de causas justas. El recelo nos debilita a veces el coraje, pero hemos de saber que nadie llega a la cumbre de su propia vidaacompañado por el temor. Para desgracia nuestra, hoy tenemos miedo para todo: miedo a fracasar, miedoa no llegar, miedo a no ser... y esto es más injusto que la rabia.
Estoy convencido, por tanto, que para serabrazado por la fortaleza del ser, todo humano debe estar sustentando y sostenido por un gran amor a laverdad y por la lucidez del bien que participa como claridad. Esa luminosidad de vernos frente a frente,amándonos, es lo que imprime valor y humanidad a la tribu.