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Jueves, 14 de Noviembre del 2024
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Convivir es respetar

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Escritor Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Convivir

Para vivir hay que saber convivir. Es el primer pulso que debiéramos asimilar. En consecuencia, sí uno norespeta su propia vida difícilmente va a poder sentir ternura por nada, ni por nadie. No olvidemos que laconsideración de uno mismo es el principal freno de las maldades. Por eso, aplaudo a los constructores de existenciasque apuestan por un sentido de donación a una humanidad común y celebro que la Organización de las NacionesUnidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), presente una guía pedagógica sobre la prevención delextremismo violento. Su objetivo es auxiliar a los docentes, máxime cuando tantas familias están desestructuras, reinala ansiedad por la siembra psicológica del terror y la prisa tecnológica nos tiene ganado el corazón.

Por consiguiente, cualquier apoyo es bueno en la creación de un contexto educativo integrador que facilite el diálogo respetuoso, eldebate sincero y el pensamiento crítico, sabiendo que uno ha de ser dueño de sí mismo en todo momento ycircunstancia. Si importante es educar para adquirir conciencia de lo que uno es y representa ante la vida, y teniendo encuenta que la familia es el ámbito donde primero se aprende a convivir, a compartir, a soportar, a ayudar, a querer, adespertar el sentimiento de pertenencia en definitiva; la tarea educativa ha de contribuir a afianzar esos impulsos y asícrecer en la maduración de una libertad responsable, reconociendo que vivimos con otros, junto a otros, siendodignos de nuestra estima y afecto.

Por desgracia, la propagación del extremismo violento, aparte de deshumanizarnos,nos desestabiliza como especie pensante. De ahí, la necesidad de reorientar nuestras prioridades de convivencia yentendimiento, de reconstruir un pacto de sociabilidad entre gobernantes y gobernados, de fortalecer la creación desociedades abiertas, equitativas, inclusivas y pluralistas. Al fin y al cabo, todos somos necesarios e imprescindibles. Otro precepto a considerar.

En efecto, pienso que debemos prestar m á s aten- ción a las causas por las que algunos ciudadanos se sientenatraídos por grupos extremistas. A mi juicio, el respeto a los derechos humanos es algo básico; así como la igualdadreal de oportunidades para todos, es también algo primordial para poder coexistir unidos. Siempre es más valiosotener la deferencia de tus convecinos que el liderazgo, sobre todo si se carecen de puentes de comprensión. Téngasepresente que no hay lazo social sin esa primera dimensión cotidiana, la de estar fusionados en vecindad, ya no sólopromoviendo el reconocimiento mutuo, también el aprecio que todos nos merecemos para ascender en el proceso desocialización y de maduración afectiva.

Quizás los momentos más felices que tengamos sean aquellos en que elafecto es una esencia en nuestro comportamiento. Un ciudadano caprichoso, inmoral, jamás inspira miramientoalguno, es insociable y cierra todas las puertas de la concordia.Subrayemos, que donde hay armonía, siempre hay convivencia. Lo armónico nos injerta equilibrio, alturade miras, tolerancia natural de unos para con otros.

Desde luego, el acercamiento y la conciliación deben conquistarsecada día, con ambientes propicios que destierren la marginación, la desigualdad, la discriminación o el meroaislamiento. El problema de la no aceptación debemos confinarlo de nuestro abecedario de plática. Aceptarnos comosomos es una manera de ponernos en camino, porque si la verdad y la justicia no han de tener fronteras, también cadaser humano, por ser único e irrepetible, precisa de entornos seguros, acogiendo con beneplácito la diversidad ypromoviendo, en todo caso, un sentido de comunidad que nos mundialice y fraternice.

Indudablemente, la educaciónno puede esperar, es fundamental para llegar a los acuerdos. A mi modo de ver, es una de las primeras emergenciashumanitarias. Por tanto, ha de ser urgente recuperar de modo equilibrado todas las dimensiones de la vida; pues, en elfondo, son las relaciones de convivencia lo que da auténtico sentido a nuestra existencia, que hay quien dice que sólomerece ser vivida cuando respeta a los demás.