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Sábado, 21 de Septiembre del 2024
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Un mundo saturado de tráficos ilícitos

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Escritor Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Trafico IlicitosVivimos en un mundo de tráficos ilícitos y de abusos, que lejos de aminorarse, se acrecientan. No pocas veces la realidad supera a la ficción. Esta indiferencia generalizada, ante este tipo de sucesosque nos dejan sin alma, hay que atajarla. Pongámonos manos a la obra, con el coraje preciso, paraafrontar sus causas devastadoras. No puede seguir imperando, en un planeta globalizado, estadesprotección. Su magnitud requiere la adopción de medidas inmediatas.

La comunidad internacional, ola heterogénea ciudadanía mundializada, ha de hacer frente con urgencia a esta lacra deshumanizadora einhumana, que puede cargarse desde nuestro natural hábitat hasta las entretelas del ser humano. Ahí está el incremento del uso de las drogas y del tráfico ilícito de narcóticos y sustanciaspsicotrópicas injertando un daño incalculable especialmente a la generación más joven. O el mismocomercio ilícito de armas pequeñas y ligeras, contribuyendo a la ampliación de los conflictos, debido enparte a su acumulación excesiva y fácil disponibilidad. O el tráfico ilícito de migrantes y ya no digamosdel nuevo comercio de esclavos, la trata de personas, un fenómeno bestial que afecta a todas las regionesy a la mayoría de los países del mundo, realidad disparada sin precedentes en el momento actual con elaumento de las dificultades económicas, los enormes obstáculos a la migración legal y la existencia degraves conflictos armados.

Indudablemente, no existirán soluciones fáciles, pero la especie tendrá queunirse y reunirse para combatir esta saturación de ilícitos e ilegalidades a nivel planetario. De lo contrario,la destrucción del linaje está servida, porque nosotros mismos nos la servimos en bandeja. No hay que ser un lince para saber que a un ser humano sólo le puede salvar otro ser humano. Nopodemos traficar, y men o s ilí- citamente, con lo que es nuestra vida y la de todos.

Por eso, considero unabuena noticia, que la oficina regional para América Latina del Programa de la ONU para el MedioAmbiente (PNUMA) organice una serie de eventos que tienen la intención de concienciar a la poblaciónsobre la necesidad de combatir el tráfico ilegal de vida silvestre. Son estos gestos, estas actividades, porcierto coincidentes con el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio), las que cuando menos nos hacenpensar sobre nuestro futuro y el porvenir de nuestros descendientes. También nos llena de gozo que, en Brasil, una mesa redonda aborde el tema del tráfico ilegal y la demanda por productos derivados de lavida silvestre y cómo el consumidor en ese país juega un papel clave para detenerlo.

Sin duda, los moradores del planeta tienen que mostrar una mayor solidaridad entre sí para darrespuestas colectivas contundentes que frenen esta multitud de riesgos avivados por comercios ilícitos,que amenaza, además de las personas, los valores fundamentales de la sociedad y también la seguridad yla justicia internacionales, además de la economía, el tejido familiar y la vida social misma. A veces, sumamos tantas contrariedades en nuestro diario de vida, que no vamos a la raíz del problema, a nuestrosverdaderos enemigos a los que hay que combatir con coherencia, no siguiendo otros intereses si no sonlos de la paz y del bien común.

Por desgracia, cada día son más los seres humanos que están dispuestos ahacer cualquier cosa para enriquecerse. No miran con otros ojos, nada más que con los del egoísmo, contal de endiosarse con el dios dinero, sin importarle trastocar valores con los que no se trafican. Es hora, pues, que esta saturación de tráficos ilícitos se detenga. No podemos permanecer en unaglobalizada pasividad de la especie humana como tal. O aceptar esta esclavitud que nos deshumanizacomo seres autónomos.