Una sociedad desmembrada no tiene futuro
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Lunes, 15 Agosto 2016 6:44pm
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Esta sociedad que, para empezar no se respeta ni a sí misma, debería tomar buena nota de sus acciones yactuaciones tantas veces irresponsables. Hace tiempo que las cuerdas que amarran el sentido responsable de laspersonas que, por otra parte son fibras de necesidad, se han desmembrado y, cada cual, hace lo que le viene en ganasin consideración alguna.
Todo esto es un cúmulo de despropósitos, generado en parte por unos líderes que hanperdido la vergüenza, con el efecto de que los que obedecen también pierden toda consideración o estima hasta consus mismas raíces, máxime cuando algunos sistemas educativos apenas reflejan su ancestral cultura. Solemos olvidar, además, que hasta en el mismo espíritu democrático, se adhiere el afecto del ser humanocomo sujeto pensante.
Si tuviésemos en mente la primera lección de urbanidad, que no es otra que respetar para quete respeten; seguramente, no dudaríamos en contar con todos para construir paz, dignidad, oportunidad y prosperidadpara cualesquiera. En efecto, un colectivo globalizado, como es el mundo de hoy, con tantas culturas diversas y porpropia ley natural de existencia, ha de reflexionar mucho más sobre su destino, desde la más profunda estima por símismo y sus análogos, si en verdad queremos propiciar la unidad del linaje.
Nada fragmenta más que la falta de mesura, tolerancia, formalidad y templanza, a la hora de convivir. Lasociedad sería una cosa hermosa si no hubiese exclusiones, si nos interesáramos los unos por los otros. Para desgracianuestra nos fallan las verdaderas columnas de la autenticidad para poder sentirnos libres. No pasamos de las buenaspalabras, de las meras intenciones, de las mil declaraciones políticas que a veces no sirven para nada. Hace falta ir alcorazón del problema y ejecutar su solución colectiva con ejemplaridad, sobre todo para evitar muertes y sufrimientospor doquier.
También nos falla la pasividad, el dejar hacer, aunque se glorifiquen hechos bochornosos. Esto sucedecon frecuencia en las redes sociales, donde la permi- sibilidad al- canza unos límites insostenibles. Los Estados, con susgobiernos al frente, deben tutelar los derechos básicos, o si quieren naturales, inherentes a toda persona, si en verdadqueremos activar sociedades sanas, tantas veces corrompidas por una falsa concepción de la persona humana y de suvalor único. Por desdicha, aún no hemos puesto al ser humano como prioridad social y, de este modo, resultacomplicado enhebrar sueños, generar anhelos, que nos permitan trabajar en común y edificar así otro mundo máshabitable socialmente desde el fundamento de la justicia.
Desde luego, no podemos hablar de una socie dadesperanzadora cuando la mayor parte de sus miembros son indigentes e infelices. Por otra parte, hay un sectorprivilegiado, altamente egoísta, que practica la explotación al margen de toda ley. Sirva como ejemplo de tantos, estareciente noticia revelada a través de unos nacientes datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y elDelito, elaborado en conjunto con el gobierno colombiano, que nos indica que el “60% de la explotación de oro dealuvión en Colombia, extraído de corrientes de agua, se hacer al margen de la ley y, en muchos casos, alimenta unacadena productiva que financia y fortalece el crimen organizado”.
Está visto que si no peleas por acabar con lapodredumbre, al final formas parte de ella.Reconozco, por consiguiente, que no es fácil unirse en sociedad, cuando unos lo tienen todo y otros notienen nada. Ahí está el aumento de la desigualdad, el consumo excesivo de algunos que tienen más comida queapetito, derrochándolo todo, en detrimento de otros que tienen más apetito que comida, y han de endeudarse,haciendo imposible que necesidades básicas puedan ser solventadas.
Deberíamos meditar sobre esto, y más , cuandoes público y notorio que la base de esta mundializada sociedad está corrompida por la mentira y secuestrada por elafán de notoriedad. Hemos de pensar, pues, que sólo en un mundo de ciudadanos sinceros es posible la unión, parallevar a buen término el proyecto que da valor a nuestra existencia; y que requiere de la solidaridad, como algoconjuntado con toda la humanidad, como voz que implica respeto mutuo.