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Jueves, 14 de Noviembre del 2024
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La apuesta por un líder que aglutine corazones

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Madre Teresa

Es hora de que los gobiernos del mundo fomenten la cultura del encuentro y practiquen menos elcinismo, con el reconstituyente de conciliar abecedarios y propiciar otros ambientes más armónicos, másjustos, más de todos en el deber responsable, para que podamos llegar a una sintonía común dentro de lafamilia de las naciones. La crónica de los tiempos actuales nos demuestra que cada día somos másingobernables, en parte por nuestra carencia afectiva para poder enfrentarnos a problemas complejos.

La necedad nos domina, y así es muy complicado poder allanar el camino de las sendas negociadoras. Deberíamos escucharnos más todos, intentar comprendernos, pues el mayor catalizador de progresossociales ya no es el crecimiento económico, sino el desarrollo como especie conjunta. Sin duda,necesitamos espacios de participación, sentirnos protagonistas de un mundo más habitable, con el vínculode la solidaridad como actitud moral que mejor responde a la toma de conciencia de nuestra época.

Lo importante no es tanto el orden, como la avenencia entre culturas. De ahí, que subraye unavez más el requerimiento de un mundializado gobierno, más poético que político, con el fin de que actúecomo salvavidas de la humanidad. Subrayo el término paradisíaco de esta tutela en favor del linaje,porque ha de hacer frente a mil amenazas sin precedentes, y en ese combate la autoridad de gobierno,aparte de estar siempre en guardia como los verdaderos poetas, ha de germinar del amor a sus análogos yde la humildad de sentirse parte de un todo.

Nos merecemos otras expectativas, pues a pesar de tantascumbres, falta a veces voluntad humana para llevar a buen término, lo que verdaderamente suele quedaren un sueño. O nos dignificamos como seres humanos y protegemos nuestro hábitat, de manera vinculadaentre todos, o el caos más destructor nos los erviremos nosotros mismos en bandeja. La apuesta por ese mundializado gobierno tiene que sustentarse en el permanente diálogo y en lacontinua escucha.

Ha llegado el momento de que nos tenemos que entender. Las armas no sirven. Pues adesarmarse toca. Lo que vale es la mano tendida, el consuelo de unos para con otros. La beneficencia, sinduda, puede aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos deatención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia. De esto, la Madre Teresa deCalcuta es un referente y una referencia, por su labor para superar la pobreza y tantas debilidades quetenemos los humanos. Más que agendas, por tanto, necesitamos líderes entregados a edificar nuevassociedades menos competitivas, y más hermanadas. Requerimos, por consiguiente, avanzar hacia elfuturo con esperanza.

Pero, para este florecimiento humanitario, tenemos que estar unidos, nofragmentados. El sufrimiento se lleva mejor compartido, no cabe duda. Cuando falta ese abrazo encomún, todo se vuelve desesperante, confuso, deprimente. Ante este cúmulo de contrariedades nos conviene recapacitar; reflexionar sobre la valoraciónmoral de cada acto humano y madurar nuestra manera de gobernarnos en este caminar por la existencia. El mundo se ha quedado chico a nuestros ojos; sin embargo, cada día estamos más recluidos en nosotros,cuando debiéramos estar más abiertos al mundo para consensuar objetivos comunes, ya que resulta cadavez más evidente la creciente interdependencia de la humanidad y de los mismos Estados entre sí. Enefecto, la universalidad llama a la puerta de todos los moradores del planeta.

En 1945, las naciones estaban en ruinas. La Segunda Guerra Mundial había terminado y elmundo quería la paz. En 2016, el mundo sigue siendo nuestro, de toda la humanidad; pero ésta ni sehumaniza, ni se compenetra. No pasamos de los buenos deseos. No sólo hay que trabajar juntos para combatir agobios, también hay que activar elpensamiento, para que entusiasmados, gobernemos gracias al amor y no gracias al odio o la venganza