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Domingo, 22 de Septiembre del 2024
| 3:37 am

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La Amistad Es Un Alma En Dos Cuerpos

Alma

Como menciono en los párrafos anteriores, tomaremos al uno mismo como la esencia del alma y tomaremos la dualidad cartesiana del ser bipartito: alma y cuerpo, para poder explicar esta aparente paradoja de lógica en el campo ontológico. En la dirección estricta del sentido común, los otros se componen de diferentes construcciones del uno mismo, pues existen sin la aparente necesidad del otro, pero coexisten por la relación del sí mismo en el uno mismo.

Un alma se puede componer de cualquier abstracción de la imaginación, llámese figura, forma, o esencia y el alma se reduce al sí mismo. Dos almas entonces, en relación, pueden llegar a tal grado de profundidad en esencia de la relación, que se construye del sí mismo hacia el otro, que el otro se vuelva uno en el sí mismo. Aunque en el sentido de la individualidad cartesiana el sí mismo sigue existiendo independiente del sí mismo en la otredad. Al final, en el sentido del uno, ya no hay otro, sino sólo uno, ambos mí mismo se vuelven uno en el sí mismo.

Ahora, en su función constitutiva del ser, al hablar de alma, podríamos imaginar cualquier cosa, pero tomemos una figura o una forma parecida a la del cuerpo, pero en esencia intangible. Si tomáramos las dos formas para que fueran una sola, sólo se podría imaginar de manera creativa, tal y como dos impresiones en una sola; quizá el ejemplo más obvio que me ocurre sería la luz, aunque nosotros la veamos de un solo color, la luz se compone de distintas gamas de colores que mejor se expresan en el arco iris. El azul coexiste a lado del verde y así sucesivamente, cada color es uno en sí mismo pero otro en relación a su constitución total, la luz.

Igual el alma, quizá podríamos tomar la forma intangible e imprimirla en la misma alma para poder decir que así como el arco iris es uno en luz pero múltiple en colores, el alma es una en sí misma, pero múltiple en amistad, en el sí mismo de otros, pues de la correspondencia que existe entre personas, nace la amistad y de la amistad nace el uno mismo en el sí mismo, de tal modo que una cosa no puede ser sin la otra. Entonces es correcto afirmar que si nuestros amigos son del alma, debemos tener el mismo cuidado con ellos que tendríamos con uno mismo, pues el sí mismo de la contraparte es el mismo uno en el otro de la relación que constituye el ser.

Nos crean y nosotros los creamos a los otros. La amistad se cuida y se valora porque si el otro equivale al uno mismo y nosotros al otro, nuestra relación en esencia entonces es de una sola alma. «Sólo en la relación, sabemos qué somos