Somos una generación de surcos contaminantes
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Lunes, 3 Octubre 2016 2:51pm
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Todo está muy putrefacto. Somos una generación insegura, que no acaba de reencontrarse en la perspectivade la escucha, imbuida en la mentira, nada respetuosa con su propio medio ambiente, bastante irresponsable y apenascomprometida con los valores humanos. A poco que nos miremos unos a otros, hay ciudadanos cuya trayectoria devida no es otra que la falsedad permanente. Bajo estas mimbres, resulta complicado combatir algo, sino es a través dela sinceridad y la franqueza.
Ha llegado, en consecuencia, el momento de abandonar el doble rasero, la doble moral yla hipocresía, asumiendo una verdadera disposición para salvaguardar los derechos humanos. Lo mismo sucede con nuestro propio hábitat. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud(OMS) confirma que el 92% de la población mundial vive en sitios donde los niveles de contaminación del aireexceden los considerados permisibles para la salud. La ineptitud e irresponsabilidad es tan manifiesta que la presenciaen el aire de materias o formas de energía que implican riesgo, daño o molestia grave para las personas y bienes decualquier naturaleza, representa más de tres millones de muertes cada año.
Lo malo de este peligro continuo es queson nuestras propias huellas. Tenemos el aire que tenemos disponible, no se puede elegir otro. Igual ocurre cuando notenemos referencia moral alguna para verificar la verdad, al fin todo se convierte en una pura contradicción, dondenadie se entiende con nadie, llegando a dudar hasta de uno mismo, que no sabe ni de dónde viene ni hacia dóndecamina. En efecto, cada día somos más incoherentes y más cultivadores del caos. Todo lo contaminamos desufrimientos.
Ahora bien, no podemos dejarnos llevar por la desolación. Deberíamos concentrar fuerzas, detenernospara discutir sobre ideas, alimentar y alentar con la astucia, la estratagema de proseguir ofreciendo discernimiento, pues es desde la sensatez como se llega a abrazar ese mundo armónico con el que todos soñamos. De ninguna manerapodemos dejarnos vencer por los obstáculos. Tampoco podemos permitir que las discordias o la rivalidad nosatormenten. Es la hora de comprenderse, de respetarse asimismo y a los demás, para considerare cada cual miembrode la familia humana y activo ciudadano de la sociedad.
Para desgracia de todos, hace tiempo que fomentamos unaenseñanza interesada, de cabeza a cabeza, en lugar de hacerlo desinteresadamente, de corazón a corazón; con lo queesto acarrea de confusión y desorden. Lo que verdaderamente imprime surcos esperanzadores no es simplemente una actitud positiva ante lascosas, sino más bien una apuesta decidida por cultivar otro mundo más humano desde un caminar más auténtico, máscrecido de verdad, más recreado en el amor, y así, de este modo, no nos ahoguemos en las dificultades.
A propósito,el último discurso en el Debate General de la Asamblea del Secretario General, Ban Ki-moon, ha estado lleno depalabras duras para advertir sobre los peligros que acechan al mundo, pero también pleno de palabras de anhelo paraseñalar los caminos que hay para superarlos y prevenirlos. Desde luego, tenemos que ser personas de accióncoherente si queremos avanzar como especie solidaria y humana. De lo contrario, nos ahorcaremos a nosotrosmismos por los caminos de la soledad más cruel e inhumana. No olvidemos que el pastor esquila las ovejas, no las devora. Imaginen tantas destrucciones de existencias,tantas gentes mutiladas, tantos seres humanos infectados por el odio y la venganza. Cuesta pensar que el mundo seconvierta en un matadero o en un campo destructivo, cuando realmente la vida se ha hecho para disfrutarla, paravivirla en armonía y, así, gozar embelleciéndonos con el planeta.
Abandonemos, pues, los cauces contaminantes,regenerándonos como espíritu compasivo, restaurando otro pulso más genuino que dignifique a todo ser humano, hoybastante degradado, lo que requiere más cercanía entre todos y un mayor espíritu creativo para redescubrirnos ennuestra propia inmensidad llena de posibilidades.