Apuesta por la conciencia colectiva como factor de crecimiento
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Sábado, 22 Octubre 2016 8:28pm
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Si trabajar unidos es fundamental, máxime bajo una atmósfera tantas veces desilusionante, también confluirlos sentimientos como memoria, o si quieren como conciencia colectiva de nuestra propia continuidad histórica, ha de ayudarnos a buscar caminos de esperanza y, así, poder abrir espacios nuevos a nuestra sociedad. Y, en esto es básico,el papel del culto a la cultura, el cultivo de la sabiduría en el sentido más profundo del término, de educación integral del ser humano. Sólo así podremos reconocernos, en esa vertiente integradora, en un momento en el que todo cambia y muy rápido.
No son variaciones de épocas superficiales, son tan inmensas como penetrantes, lo que nos exige avivar lospensamientos, discernir las ideas, fomentar una cultura de escucha y diálogo, de concurrencia permanente y no deconfrontación, pues; cualquier modo de pensar y de vivir, debe ser considerado y respetado por toda la humanidad.Tampoco es cuestión de volvernos inhumanitarios, o de deshumanizarnos, sino de comprender y valorar la riqueza denuestro análogo, se halle donde se halle, ya que todos, sin excepción alguna, mientras vivimos somos un factor decrecimiento.
Indudablemente las culturas, sean rurales o urbanas, son lo que son, ventanas al conocimiento de nuestrapropia existencia. Quizás tengamos que renacer con un nuevo código ético, con un proceder más auténtico y racional,o tal vez, de conciencia colectiva, ya que todos necesitamos de todos. Cada uno tenemos nuestro puesto en la vida, yen esto, si que somos imprescindibles. De ahí la necesidad del encuentro y no del aislamiento.
Asimismo, esindispensable remontarse al pasado para comprender, bajo su vivencial luz, la realidad presente y vislumbrar elmañana, que ya es hoy. La UNESCO acaba de destacar el papel vital de la cultura en las ciudades. De igual modo, hade destacarse en cualquier rincón que aglutine vidas humanas, puesto que es desde esa sapiencia reconstructora comorealmente se construye la convivencia humana. Porque convivir, al fin y al cabo, es hermanarse con la heterogeneidadde los lenguajes y de los sentimientos. Por otra parte, es una buena manera de ascender como ciudadanos vinculadosentre sí, no olvidemos que son las relaciones con las personas lo que da sentido a nuestra propia existencia.
Pero la realidad nos desmiembra. Cuando todo parece desorientarnos, una verdadera apuesta por laconciencia colectiva, aparte de ser el mejor libro de moral, nos ha de infundir un nuevo espíritu conciliador quesiempre viene bien ante la multitud de conflictos que nos acorralan. La cooperación entre culturas es primordial. Enun mundo tan ahorcado por la falsedad, llegar a la verdad en base a las evidencias de las que se dispone, debiera serabecedario universal para activar esa conciencia colectiva humanista, de toda la especie humana.
Por consiguiente, nobasta con tener que defenderse contra cualquier injusticia, además hemos de hacer lo posible como linaje, ya no solopara tranquilizarnos, también para dar seguridad y protección a toda vida humana. En esto reside la fuente de laverdadera conciencia colectiva humana, en poder activar la cultura del respeto y de la dignificación de toda existenciahumana. Es cierto que las tecnologías de la información y las comunicaciones pueden ayudarnos a comunicarnos,pero va a ser el activo de la conciencia de cada uno el que hace que nos descubramos como somos, que nosdenunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y de esta manera propiciemos otro mundo más humano, más detodos y de nadie, como vengo reivindicando desde hace tiempo. Fallando la conciencia colectiva viene al caos, todo parece estar contra nosotros, nada vale y todo entra enproceso de desorden y desconcierto, como al momento presente, donde nadie se compadece por nadie, como si todofuera una responsabilidad ajena que para nada nos concierne.