Los humanos somos gente apasionada
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- Categoría: Reflexion
- Publicado el Lunes, 2 Enero 2017 2:13am
Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El mundo tiene que encontrar la luz, por muchas dificultades que hallemos en el camino. Porpropia razón de ser y de cohabitar, somos gente apasionada. Ahí radica la expectativa de volver ailusionarnos. Nuestros predecesores también trabajaron con su propio espíritu, y así dieron fortaleza atantas organizaciones solidarias, a tantos horizontes que parecían imposible de abrazarlos, pues nunca estarde para recomenzar nuevos vuelos, si en el empeño ponemos coraje y esperanza, naturalidad y comprensión.
Cuántas veces nos perdemos de vista a nosotros mismos y no nos reconocemos ensituaciones vividas. Quizás tengamos que salirnos de esta mentalidad mundana, que todo lo vuelveoscuro, para tomar otros caminos más generosos, de mayor donación entre análogos, y también de mayorcompromiso hacia nosotros mismos, con el fin de regenerar la propia especie de la que formamos partecada cual, haciéndolo más desde el corazón que desde el cuerpo; y, en todo caso, en armonía con lamente. Cada vez que un ser humano defiende un ideal, actúa para crecernos, para mejorar nuestraexistencia; o si lucha contra una injusticia, lo hace también para restablecer lo armónico, el sosiego entretodos los moradores.
Así surge UNICEF, hace setenta años, con personas apasionadas, cuyo objetivoprimordial fue poner amor para proteger vidas, proporcionar ayudas a largo plazo y dar aliento a esosniños que estuvieran en peligro a causa de conflictos, crisis, pobreza... Es público y notorio que la laborde esta organización, encaminada siempre hacia los chavales más desfavorecidos, excluidos yvulnerables, nunca ha sido tan importante y urgente como ahora, en parte también por los efectos delcambio climático.
Hoy más que nunca hace falta ablandarse y poner furia para enhebrar consuelo. Deveras cuesta entender la pasividad de algunos Estados para cobijar a los refugiados. Las cifras no puedenser más alarmantes. La agencia de Naciones Unidas acaba de indicar “que un promedio de 14 per- sonasmurieron al día en el Mediterráneo en 2016”. Realmente, esta situación nos deja sin palabras.
¿Dóndeestán nuestras inquietudes?. Podríamos haber sido cualquiera de nosotros los perecidos. En consecuencia,debiéramos tener el valor de liberarnos de nuestras falsas luces, y encontrar la buena estrella, como hanhecho en otro tiempo los santos Magos, dando más crédito a la bondad de un Niño (en su inocencia) queal aparente esplendor del poder (en su pedestal). Ellos, los Magos de Oriente, sí que fueron auténticos buscadores de auroras, nos enseñaron a nocomplacernos con un comportamiento trivial, sino en ahondar en nosotros, en dejarnos penetrar por loefectivamente importante para nuestro caminar, como es el cultivo de las virtudes y la labranza de laevidencia como pulso.
Ojalá pongamos entusiasmo en todo lo que hagamos en este 2017, que por otraparte es un gran signo de salud espiritual, sobre todo a la hora de comprenderse. Por muy creciente quesea la diversidad de culturas, no son enemigos o contrincantes nuestros, sino compañeros de andanzas alos que hemos de acoger y querer. De hecho, la concordia es una dimensión esencial del ser humano,puesto que no se entiende su existencia, sin su carácter relacional. Bien es cierto que nos hemosglobalizado, ahora nos falta familiarizarnos, pues todos compartimos un destino común, el decontagiarnos de amor y no de guerras, de luz y no de sombras, de vivencias y convivencias, abriéndonosy no cerrándonos en nosotros mismos.Indudablemente, hemos de poner más interés en lo humano.
Causa gran dolor que, en muchaspartes del mundo, perennemente se golpeen los derechos humanos fundamentales. Si en verdad, todos loslíderes del mundo pusiesen más clemencia y fervor en lo que hacen, tuviesen más solidaridad y empatíacon todas las culturas, más entrega y generosidad a la hora de servir a la ciudadanía, y no de servirse deella para sus oscuras transacciones, habríamos tenido menos conflictos. De ello, no tengo ninguna duda. El ser humano ha de despojarse de todo y ofrecerse en su totalidad y para toda la humanidad. ¡Humanicémonos con una buenaración de pasión y de compasión a la vez!, dicho queda como anhelo 2017.