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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
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Vivimos en una época peligrosa

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Epoca peligrosa

Teniendo en cuenta que la vida es un itinerario de búsquedas, nuestra propia historia humana está crecida demovimientos, con lo que esto conlleva de cruces con aquello diferente y de nacimiento de nuevas civilizaciones. En su esencia, todos buscamos un celeste más claro, un camino más llevadero, un destino más armónico, un rumbo másestable. Desgraciadamente, cada día son más las incertidumbres y los conflictos, los desastres naturales y laspersecuciones, lo que hace que los movimientos migratorios nos desborden como jamás.

De ahí, lo importante que esamparar, preservar, promover e integrar a tanto indefenso huido. A poco que buceemos por nuestra propia realidad vivencial, hallaremos multitud de familias mal viviendo en el dolor, con miedo de que se destruyan sus hogares en cualquier momento. Es una lástima que no se respete nada, ni las oportunas leyes internacionales, imponiéndose desalojos y cargando toda la furia contra personas débiles. Encualquier rincón del planeta observamos un recrudecimiento existencial que verdaderamente nos deja sin palabras, apesar de tantos acuerdos de paz y de tantas reuniones que, por cierto, tampoco suelen pasar de los buenos propósitos, para desdicha de todo el linaje humano.

Hoy sabemos que la diversidad es fuente de creatividad e innovación, pero también hemos de considerarque ese carácter multicultural, multiétnico y multirreligioso, requiere para su cohesión de una fuerte dosis de hospitalidad, o si quieren de calor humano comprensivo. Sólo hay que mirar a Europa y ver como se acrecienta laxenofobia, el extremismo violento, el nacionalismo, el populismo, a falta de ese entendimiento que fortalezca laconcordia. Mal que nos pese hay un marcado rechazo vinculante de unos contra otros, en parte por nuestro innatoegoísmo. Sería bueno proponernos cambiar de actitudes, reeducarnos bajo otros horizontes. A menudo somos atrapados por la indiferencia, por las garras de las organizaciones criminales, que nosdejan hasta sin aire, porq u e faltan canales de acceso humanitario y seguro.

Precisamente, esta inseguridad reinante enel mundo es deshumanizadora a más no poder. Son muchos los que se aprovechan de las desgracias ajenas, sinclemencia alguna, para levantar su privativo señorío de mando, irrespetuoso con todos. Olvidan que la defensa de losderechos inalienables, garantías de las libertades fundamentales y el respeto de su dignidad son derechos de los quenadie puede estar exento. Está visto que tan importante como conocerse es reconocerse en el otro para poder conciliar modos ymaneras de vivir, máxime en un momento en el que todos precisamos abrirnos a esa reconciliación innata y necesariapara poder hermanarnos como especie.

La situación no es fácil. Vivimos en una época peligrosa. La gradual presiónsobre los recursos naturales, el incremento de la desigualdad social y el cambio climático ponen en riesgo la futuracapacidad, ya no sólo de subsistir, también de unirse como una piña. Nadie puede sentirse tranquilo y aliviado ante elpersistente clima de injusticias que nos dispersan. Tenemos que ser más responsables, más humanos en definitiva. Desde luego, esto es un deber natural de la civilización. Nuestras identidades han de ser respetadas, pero tambiénnosotros hemos de considerar la presencia de la otra persona en relación a la nuestra.

En consecuencia, según mi manera de ver, es un deber de solidaridad que frente a la bochornosa atmósferade tragedias, casi siempre activadas por el propio ser humano, no tengamos compasión y mostremos una frialdadhacia nuestro análogo verdaderamente preocupante. Es hora del apretón de manos, no del puño cerrado, del corazónlatiendo para mejorar las actitudes, sobre todo en el sentido del encuentro, de crearse uno mismo para los demás, conla mano tendida siempre. Ya está bien de destruirlo todo, de destruirnos. Deberíamos arrodillarnos y pensar que nadasomos y podemos serlo todo, si en verdad nos desprendemos de cualquier dominio, dominándonos a sí mismo parahallar una respuesta a lo qué somos y por qué vivimos. Quizás, únicamente desde la sencillez, entendamos lo que elser humano es, puesto que tiene la capacidad de generar obras de amor; una belleza que evoca la bondad y la virtud que nos sustenta