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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
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La salud, también es cuestión de olfato

OlfatoCon el olfato comemos, amamos, despreciamos y, sobre todo, disfrutamos. Un olfato en plenas condiciones indica que se tiene un organismo saludable. Sin embargo, un total de 7,7 millones de españoles y 82 millones de europeos sufren alguna disfunción olfativa.

El 19,4% tienen problemas para detectar olores, esto es, casi una de cada cinco sufren alguna disfunción olfativa total (anosmia) o parcial (hiposmia); el 56%, dificultades para reconocerlos, memorizarlos o rememorarlos; y el 50,7%, para identificarlos, según OLFACAT, el primer gran estudio europeo que ha encuestado a 10.000 personas sobre esta cuestión, publicado en “The British Medical Journal.

Entre las conclusiones de esta investigación destacan algunas como que las mujeres tienen mejor olfato que los hombres; que este sentido puede entrenarse y enriquecerse hasta cerca de los 50 años; que mengua a partir de los 60 años, como la visión o el oído; y que es más rico en personas con un nivel educativo alto, ya que comprende el sentido puro -la capacidad de oler- y está ligado a otras funciones superiores como el lenguaje, la memoria y la percepción.

Este sentido que tan a menudo pasa desapercibido entre nosotros, es un sentido determinante para sobrevivir en el reino animal, donde las leonas cazan a sus presas a contraviento para que no las huelan, los perros olisquean las huellas olfativas, que tienen la misma validez que las digitales para acusar de un delito, y numerosas especies se escapan de sus depredadores gracias a su desarrollado olfato.

También en la sociedad humana el ofalto alerta de graves peligros como una fuga de gas o el humo de un incendio; evita intoxicaciones alimentarias gracias al hedor que desprenden los alimentos en mal estado; o guía al médico en el diagnóstico de muchas enfermedades.

Las tres causas principales de la pérdida total de este sentido son las viriasis o enfermedades como el resfriado común o la gripe, que afectan a las vías respiratorias altas; las rinitis alérgicas, la rinosinusitis crónica y la poliposis nasal; y los accidentes que provocan un traumatismo craneoencefálico, como los de tráfico.

Además de estas, se registran otras causas múltiples, como enfermedades de la mucosa nasal, tumores de cabeza, cuello y los cerebrales, la esquizofrenia y algunas enfermedades neurodegenerativas. De hecho, la pérdida del olfato es un síntoma inicial de Parkinson y, en el Alzheimer, se asocia a problemas de memoria.

El sabor de los alimentos es una experiencia sensitiva que nace de una sencilla fórmula: olfato más gusto igual a sabor. El paladar humano percibe la consistencia de los alimentos (su suavidad o dureza), su tamaño, temperatura y cuatro gustos principales: dulce, salado, amargo y ácido.

Al masticarlos, estos liberan sustancias volátiles que pasan hacia la campanilla y de ahí a la zona olfativa, de manera que el comensal es capaz de identificar cada alimento concreto, su sabor, ya sean fresas con nata fría o chocolate caliente.